No rompió a llorar como Neymar. Nadie le consoló. Se apartó un poco del grupo, contrariado, y soportó en silencio el dolor de la derrota de su equipo y su fracaso personal. Kylian Mbappé sigue sin lograr su sueño de levantar una Champions y, tras caer ante el PSG, dejó un enigmático mensaje en Instagram: «Decepcionado por no terminar este año con la mejor de las recompensas, pero así es la vida».
Entre la resignación y la filosofía Kylian Mbappé tiene ahora un tiempo para la reflexión. Tres años consecutivos de fracasos con el PSG, eliminado dos veces en octavos por el Real Madrid y el United y ahora derrotado en la final por el Bayern, tres de los colosos europeos de toda la vida, el delantero francés debe decidir si se mantiene firme en su decisión de no renovar con el PSG para acabar en el Real Madrid o si sucumbe a los millones del jeque.
La situación no es fácil para Mbappé. El futbolista sabe que el Real Madrid le quiere. Mejor dicho, sabe que es un jugador capital en el proyecto de equipo y de club de la entidad madridista. Ya dijo no una vez al Madrid en el verano de 2017 y ahora la única vía para cumplir su sueño de jugar en el nuevo Bernabéu es resistir.
Pero el coronavirus ha puesto patas arriba la estrategia del Real Madrid, consensuada con el jugador y su entorno, para que Mbappé vista de blanco en 2021, un año antes de que termine su actual contrato con el PSG… siempre que no renueve. La crisis económica que afecta a todos los grandes clubes europeos que no están soportados por estados del Golfo Pérsico provocará que el club blanco no pueda hacer el desembolso previsto antes de la pandemia: entre 250 y 300 millones.
A Mbappé le quedan dos temporadas para ser libre y eso en el fútbol es un mundo. Mientras, el Real Madrid no sabe cómo acometer una operación que considera imprescindible pero que, con los condicionantes económicos provocados por la pandemia, resulta sencillamente imposible en las circunstancias actuales.
