Sergio Ramos fue sin duda el hombre de la tarde en Mendizorroza. El defensa del Real Madrid fue el absoluto protagonista del partido, para bien y para mal. Adelantó a los blancos cuando más atrancado parecía el partido con un soberbio cabezazo, pero volvió a meter al Alavés en el partido con un penalti difícil de entender sobre Joselu que supuso el empate a uno. Por suerte para el capitán madridista, Carvajal terminó dando los tres puntos a los de Zidane.
El partido se presentaba como un partido duro y así fue. No sólo por las condiciones climatológicas, sino por la intensidad planteada por el Alavés. Los vitorianos iban con todo a cada duelo y ahí ya se sabe que a Ramos es complicado ganarle. Se las vio durante todo el partido con otro futbolista que también es un hueso duro en las disputas aéreas como Joselu, teniendo sus más y sus menos con el paso de los minutos.
Pero Ramos controló bien durante la primera mitad y en la segunda impuso su dominio en el área rival. En una jugada a balón parado se aprovechó de un centro preciso de Toni Kroos -y de la relativa permisividad de la defensa babazorra- para cabecear el balón al palo largo y no dar opciones de atajar a Pacheco. Era el minuto 52′ cuando el central adelantaba a los suyos y desatascaba un partido que podía empezar a complicarse.
Entonces el Alavés se vino arriba y apretó, buscando el empate. Los de Garitano no se daban por vencidos y, con más ímpetu que peligro, trataban de meterse de nuevo en la pelea por los tres puntos. Sólo 10 minutos les hicieron falta para encontrarse con la ayuda de Ramos.
En una nueva lucha con Joselu, el zaguero era superado. Entonces, Ramos intentó ganarle la posición y le metió el brazo en la cara, provocando un penalti claro e innecesario que comprometía de nuevo las aspiraciones del conjunto blanco en Mendizorroza. Además, Cuadra Fernández, que no dudó en pitar la pena máxima, le mostró la cartulina amarilla.