Un Madrid más Real
Segundo ensayo de pretemporada y segundo once de Zidane. Retoques, pero no revolución. Carvajal por Danilo, Asensio por Isco y Mariano, el dominicano, por Jesé. El resto, los mismos que jugaron de inicio en el estreno del Real Madrid ante el PSG. Casilla bajo los palos, con la línea de cuatro formada por Carvajal-Nacho-Varane-Marcelo, Casemiro y Kovacic como mediocentros, Lucas y Asensio por las bandas y la doble M arriba: Mariano y Morata.
De salida el 4-4-2 de Zidane era claro como el caldo de un asilo. Bien ordenados, los blancos presionaban arriba o se agrupaban atrás, según lo pidiera el partido. Pero poco tardó Casilla en llevarse su primer susto. Fue a los dos minutos en un balón parado botado por William, que cayó en los pies de Terry después de un ejercicio de tancredismo de toda la zaga blanca. El central cedió a Matic para que marcara, pero el portero del Madrid y Nacho anduvieron rápidos para conjurar el peligro.
Sobre un césped que se las haría pasar moradas a un tractor, los jugadores del Madrid intentaban tocar mientras los del Conte copiaron el planteamiento de Emery: cerrarse como un mejillón pocho y rascar como unas bragas del mercadillo. Al partido le faltaba ritmo y le sobraban interrupciones, como a la programación de Telecinco.
Toque a toque el Madrid se hizo con el control del partido. Y entonces apareció Marcelo para desordenar el tetris de Conte. El genio brasileño recibió en zona de tres cuartos, quebró a dos rivales del Chelsea con sus amagos de fútbol sala y se cascó un derechazo que se envenenó al tocar en un defensor y se coló por el centro de la portería de Begovic. Era el minuto 19 y a los de Zidane les tocaba el perrito piloto y la chochona en su primer boleto.
Un Madrid con alas
El gol fue un Red Bull para el Madrid, que tenía ahora a Lucas y Asensio para darle alas. Una falta botada precisamente por el mallorquín la cabeceó a bocajarro Varane y la sacó Begovic a córner. Empezaba el asedio blanco y el Chelsea era como Pedro Sánchez: no sabía si los golpes le venían por la izquierda o por la derecha.
Y entonces apareció Marcelo. Otra vez. El lateral recuperó un balón casi en su campo y arrancó una carrera aparentemente culona, pero veloz. Tiró una buena pared con Asensio, que entendió la jugada a ojos cerrados, Marcelo aceleró, se internó en el área y definió con una habilidad, un talento y una tranquilidad que para sí la querrían la mitad de los delanteros del mundo. Sí, incluidos los dos que están pensando ustedes: Higuaín y Fernando Torres.
Tuvo el tercero Casemiro al sacar una falta en el 28, pero Begovic, el sostén de un Chelsea que rozaba el ridículo, desvió la pelota a córner. El Madrid estaba desatado, con Marcelo y Asensio dibujando trazos de fútbol de salón. Puede que Zidane haya encontrado por ahí una de esas sociedades futbolísticas de las que tantas veces hablaba Valdano.
En realidad el Madrid haría bien en quedarse con Asensio. Puede que no tenga hueco cuando vuelva la BBC, pero es bastante mejor que alguno de los suplentes. Es un jugador distinto, desequilibrante, de esos que miras al banquillo y los sacas a jugar cuando la cosa pinta fea.
Asensio gobierna, Mariano preside
En pleno vendaval blanco, con un Asensio en plan Messi y después de una jugada propia de la Play Station, Mariano logró la investidura por mayoría absoluta. Combinaron Marcelo, Kovacic, Asensio y el propio Mariano, que recibió la pelota, miró a la portería y se soltó un derechazo embellecido por la estirada de Begovic. Fue un golazo de un delantero bullicioso, rápido y con muchísimo gol.
Se acababa el primer tiempo con un Madrid en modo rodillo. Un Madrid poderoso, serio. Un Madrid que acojona pensando en las piezas que todavía le faltan a la máquina de Zidane. El técnico madridista no cambió al equipo entero en el descanso. Apenas Danilo por Carvajal. El Chelsea se estiró algo, puede que por la bronca de Conte en el entretiempo o puede que un poco por vergüenza torera.
Entraron Cuadrado y Batshuayi y el Chelsea mejoró. Un disparo precisamente del delantero ex del Marsella obligó a lucirse a Casilla en el 53. Cuatro minutos después, el propio Casilla le dio emoción al partido con una salida a ninguna parte que habilitó a Traoré y dejó la portería del Real Madrid sin guardián. Menos mal que el disparo del delantero blue fue blandito y le dio tiempo a despejar a Nacho.
Hazard maquilla el resultado
Definitivamente, el Madrid había levantado el pie. Tanto que Zidane decidió sacar en pleno a la Quinta de los Pokémon: Yáñez, Tejero, Febas, Enzo, Odegaard, Llorente y Sergio Díaz. Y los Pokémon se pusieron a tocar la pelota y a marear al Chelsea como si estuvieran haciendo ronditos en Valdebebas. Estos chicos no sólo tienen talento, sino que tienen jeta.
Muchos habían dejado detalles y descaro ante el PSG, pero Marcos Llorente demostraba otra vez que será el mediocentro del Real Madrid más temprano que tarde y Sergio Díaz, el pequeño delantero paraguayo llegado para el Castilla, que los blancos pueden habe encontrado por fin a su propio Kun Agüero.
Por cierto, en el campo también estaba Hazard, el bendecido de Zidane, que pasaba más pasando inadvertido que una ventosidad en un jacuzzi, pero que hizo el gol de la honra del Chelsea después de una contra en la que Yáñez salió a ninguna parte y destapó la portería. Después Danilo, el único senior que le quedaba a Zidane sobre el campo, salvó el segundo de Batshuayi.
Y en la prolongación, otra vez Hazard hizo el segundo, un gol casi calcado al primero, con un Yáñez que volvió a dudar en la salida y eso es mortal cuando tienes enfrente un jugador con el talento del belga. Parece que Zidane, como siempre, tiene razón con Hazard: un futbolista que parece que no está y, de repente, te hace dos goles de la nada.
El Chelsea maquillaba el resultado, pero no la imagen de un partido en el que el Real Madrid demostró ser muy superior tanto con los mayores como con los niños. Un Madrid que, apenas en su segunda prueba de la pretemporada, ya va muy en serio.
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