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Qué significa ser un samurái

¿Qué significa ser un samurái? En la era Heian (784-1185 dC), los samuráis eran la clase más baja de la nobleza y eran sirvientes de la nobleza más alta. El pueblo samurái tenía diferentes tareas (no solo como guerrero sino como contador, experto en justicia, etc.). Pero luego, gradualmente, la palabra «samurái» comenzó a referirse solo al oficial militar.

¿Qué significa ser un samurái?

El origen etimológico es el verbo “saburau”. Este verbo significa “servir”, “visitar”, “estar cerca”, etc., y es una palabra antigua que ya no se usa. Este verbo originó el nombre «saburai» en la era Kamakura y Muromachi (1185-1573 dC), que luego cambió a «samurai» en la era Edo (1600-1868 dC).

En cuanto a la interpretación de la palabra «saburai», existen varias teorías. Lo más convincente es que «sa» es un prefijo que significa «parece» y «burai» significa «no hay nada en lo que confiar». Es decir, «saburai» se enfrenta a cada situación «como si no hubiera nada con lo que contar»: saburai/samurai representa el estado de independización y el espíritu de asumir toda su responsabilidad.

Por otro lado, los samuráis, que no necesitaban de ningún daimyo (que era como se denominaba en Japón al antiguo señor feudal) porque morían en batalla o porque habían perdido el favor de su señor, eran llamados «ronin». Los samuráis eran una casta culta, pues además de las artes marciales, practicaban artes zen como el cha no yu o el shodo (arte de la caligrafía).

Con el tiempo y con la llegada de la era Tokugawa, los samuráis perdieron su valor y su función militar al convertirse simplemente en burócratas del Shogun (equivalente al General) usando su espada solo para ceremonias. Finalmente, con la renovación Meiji, la clase samurái fue completamente abolida para adoptar un ejército nacional al estilo occidental. A pesar de ello, el bushido (código de honor samurái) ha sobrevivido al tiempo y es hoy un conjunto de principios morales, conductuales, éticos y religiosos para la sociedad japonesa.

En la actualidad ya no hay verdaderos samuráis en Japón. Pero los vemos en series, películas, cuentos, teatros, etc. De hecho, en Japón siguen siendo muy venerados y todavía valoran la forma y la moral de los samuráis.

Curiosidades sobre los samuráis

Ahora que ya sabemos qué es un samurái, podemos conocer algunos de los datos curiosos que nos han llegado de estos guerreros, como el código por el que se regían. Era el conocido Bushido, que estaba y está compuesto por las siete virtudes que debían primar en su vida: la justicia, el coraje, la benevolencia, la cortesía, la honestidad absoluta, el honor y la lealtad. Estos eran los valores que predominaban para estos guerreros.

Otro dato curioso del samurái era su virtuosismo para la guerra. Para ello, disponían de diversas armas, muchas de las cuales siempre llevaban encima. De todas ellas, las más famosas eran las katanas, esas espadas curvas que hoy día son tan deseadas. Pero no eran las únicas. Entre sus enormes arsenales contaban con otras como la wakizashi y el tanto, espadas algo más cortas que la catana, el abanico de metal o tessen, la lanza o yari y el arco con flechas o yumi.

Los samuráis eran personajes con gran formación, pues su vida no se centraba solo en luchar. También manejaban bien la cultura, además de las espadas. Por eso, eran grandes calígrafos, se les daban bien los arreglos florales, meditaban durante largas horas e incluso eran expertos en la ceremonia del té. Todo ello los ayudaba a mantener la tranquilidad espiritual. Era pura filosofía de vida.

Un dato curioso que ha llegado hasta nuestros días es el ritual del suicidio. Sin duda, es totalmente cierto. Su forma de morir debía de ser con honor. Si lo perdían o se desviaban del camino del bushido, caían a través de una ceremonia llamada Harakiri o Seppuku, en la que ellos mismos se quitaban la vida en público con su famoso kimono de color blanco.

Un tipo de samurái famoso es el vagabundo. Aunque la mayoría se ponían a las órdenes de señores feudales, algunos eran conocidos como los antes mencionados ronin. Estos, caídos en la ruina o en desgracia por obra de su clan, se convertían en ex samuráis y se vendían al mejor postor que necesitase su ayuda.