Cerveza

Nunca tomes la cerveza en una jarra helada: te contamos la razón

Cerveza en jarra helada
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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El origen de la cerveza se remonta al año 4000 a.C en la antigua Mesopotamia. Desde entonces ha evolucionado mucho tanto en los ingredientes como en la forma de elaboración, y en la actualidad es una de las bebidas más consumidas del mundo. Uno de los mayores placeres del verano es salir con los amigos o la familia a tomar algo a una terraza y pedirse la cerveza en una jarra helada. Sin embargo, es algo que no debemos hacer, tal y como advierten los expertos.

Teniendo en cuenta las altas temperaturas del verano, es normal que tratemos de buscar una bebida lo más fría posible para refrescarnos. Esta es la razón por la que es tan común pedir que la cerveza se sirva en una jara helada.

Pues bien, debemos saber que lo más importante para disfrutar de todos los matices de la cerveza es precisamente la temperatura a la que se sirve, y esto depende de los siguientes factores: formato en el que se pueda, variedad de cerveza y tamaño. No es lo mismo una lata que un botellín o una caña de barril.

Lo mejor es tomar la cerveza en una copa humedecida previamente debajo del grifo. De esta manera, se mantienen todos los matices de la cerveza  y, además, la bebida se toma a la temperatura adecuada. Por el contrario, cuando se bebe directamente de la lata o la cerveza, se pierden todos los matices de sabores y aromas.

Pedir la cerveza en una jarra helada no es una buena idea

Hay varias razones por las que debemos evitar pedir la cerveza en una jarra helada. Lo primero a tener en cuenta es que los bares tienen las jarras en los arcones, donde comparten espacio con otros alimentos congelados, como pescados y carnes. Por lo tanto, es muy probable que terminen cogiendo olor.

A esto hay que sumar que al entrar en contacto con el líquido la textura de la espuma cambia, disminuyendo el nivel de cremosidad. Y todavía hay más, porque José L. Corral , en su blog ‘Cervezas Frías’ explica lo siguiente: «El hielo de la copa también altera la textura de la espuma, además de dejar en muchos casos trocitos que, como plásticos flotando sobre la superficie del mar, alteran la sagrada superficie de la cerveza».

Y añade: «El frío inhibe la volatilización de los compuestos aromáticos de las cervezas, convirtiendo una birra compleja en una cervecilla delgada y plana».

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