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Bien es sabido por todos que los supermercados utilizan diferentes estrategias para que compremos más, como colocar productos «trampa» al lado de las cajas o las frutas y verduras en la entrada. Lo cierto es que juegan con nuestros sentidos sin que nos demos cuenta.
«Creemos que compramos con conocimiento, pero no es verdad. Los supermercados lo saben y juegan con nuestros sentidos», explica Jorge Anduix, responsable de desarrollo de negocio de la agencia de marketing Inprofit, a ‘Business Insider España’.
Tecnologías del neuromarketing en los supermercados
Desde hace años, la tecnología ayuda a las empresas a analizar el comportamiento humano. En el caso de los supermercados, gracias a diferentes herramientas de neuromarketing saben cómo colocar los productos en los establecimientos.
Una de las tecnologías más empleadas son las gafas de rastreo ocular. Tal y como su propio nombre indica, son unas gafas que detectan dónde ha estado mirando la persona en todo momento, e incluso que está sintiendo al observar un producto o un precio.
Los expertos también utilizan los bionsensores para estudiar la experiencia emocional de los consumidores dentro de la tienda. María López Valdés, cofundadora y CEO de Bitbrain, explica lo siguiente a ‘Business Insider España’: «Los biosensores miden las señales fisiológicas humanas de sistema nervioso periférico: eso nos permite saber si la persona está activa emocionalmente o si un determinado producto le ha impactado».
¿Cómo juegan con los sentidos?
El sentido con el que más juegan los supermercados es la vista. ¿Has oído hablar del efecto del carro lleno? Cuando hacemos la compra, llega un momento en el que tenemos la sensación de haber gastado mucho dinero porque el carro está muy lleno. A partir de ese momento, nos limitamos a añadir únicamente productos de primera necesidad.
Por supuesto, la altura a la que están situados todos los productos está previamente estudiada. La mejor altura es entre 15 y 30 grados por debajo de la vista ya que cuando recorremos los pasillos no lo hacemos con la mirada en línea recta, sino que miramos un poco hacia abajo.
Los expertos señalan que pasamos aproximadamente una hora en el supermercado, pero con el uso del hilo musical este tiempo se puede acordar o alargar. A esto hay que sumar que los establecimientos ponen las baldosas demasiado juntas para que al pasar con el carro suenen y pensemos que vamos demasiado rápido. De esta manera, consiguen que minimicemos el ritmo y compremos más.
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