Steve Higgins: otra educación es posible
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El sistema educativo debe proveerse de nuevas estrategias para mejorar y, entre otras cosas, reducir las desigualdades sociales. Gracias a EduCaixa llega a España un nuevo enfoque basado en las evidencias para determinar las estrategias educativas más eficaces. Hablamos con uno de los precursores del sistema, el profesor inglés Steve Higgins, investigador de la Education Endowment Foundation.
¿Nos puedes explicar cómo funciona este método pionero?
En la Education Endowment Foundation hemos creado una serie de herramientas basadas en las evidencias que hemos obtenido y que muestran la eficacia de los diversos métodos utilizados. Utilizamos casos particulares para tratar de crear un mapa de la investigación y elucidar qué enfoques son los que funcionan. Por ejemplo, sabemos que todo lo que favorezca la interacción entre alumno y profesor tiende a ser más eficaz.
Resulta difícil evaluar la educación en términos de eficacia porque no sabemos qué efectos produce un aprendizaje a largo plazo.
Exactamente. Podemos hacer una analogía con la medicina, donde los resultados no se limitan a solucionar un problema concreto sino que contribuyen a crear personas sanas durante toda su vida. La educación también es un proyecto a largo plazo, y por el momento tenemos poca información sobre sus efectos en un futuro lejano. Lo que sí podemos hacer es ayudar a los profesores a tomar decisiones que, a corto plazo, sean más eficaces, especialmente en cuanto a lectura, escritura y matemáticas.
¿Qué te llevó a desarrollar este método? ¿Qué necesidades viste que había que satisfacer?
La idea de introducir las evidencias en la educación tiene una larga historia, unos 20 años, cuando la gente empezó a darse cuenta de la importancia de sistematizar el conocimiento y la información. En caso contrario, los profesores tienen que aprenderlo todo por su cuenta. En mi caso, yo era profesor de primaria y al pasar a una educación superior me di cuenta de que disponer de datos y evidencias me hubiese ayudado a ser mejor profesor. Mi intención fue estructurar estos datos para ayudar a los profesores a tomar mejores decisiones y que esas evidencias estuvieran al alcance de todos.
¿Qué resultados se han obtenido hasta el momento usando este método y cómo pueden cambiar nuestra manera de enfocar la educación?
Sabemos que hay aspectos sobre la interacción que se produce en clase que marcan la diferencia. No se trata solo de explicar a los alumnos si se han equivocado o no, sino, sobre todo, de explicarles por qué. Muchas veces los estudiantes no saben cómo corregir sus errores y esa es la información más importante que los profesores les pueden dar. El otro aspecto fundamental en cuanto a resultados es tratar de trasladar la responsabilidad del profesor al estudiante. Hay que darles habilidades y estrategias para planear, controlar y evaluar su aprendizaje. Al hacerlo, el estudiante asume una mayor responsabilidad respecto a su rendimiento. Otro aspecto fundamental, en los primeros años, es desarrollar el lenguaje oral para articular correctamente tu pensamiento en las diferentes disciplinas. Estas son las tres áreas más importantes.
¿Este método está especialmente dirigido a alumnos procedentes de familias desfavorecidas?
En Inglaterra, el entorno social de tus padres tiene una gran influencia en cómo te va a ir en la escuela, y eso no es justo. Los niños de entornos más favorecidos suelen ser muy buenos a la hora de establecer estrategias que les resulten de utilidad porque ya cuentan con un capital social y más confianza en ellos mismos. Nuestras estrategias quieren contribuir a que los menos afortunados ganen en confianza, aunque no siempre resulta fácil.
¿Qué piensas de la forma tradicional de evaluar a los alumnos, mediante notas?
Parece que queremos que la educación sea capaz de ordenar a los alumnos según las notas que obtienen. Eso resulta muy práctico para los empresarios y las universidades, pero no es necesariamente útil a la hora de saber por qué lo han hecho bien o no. Y para mí este “por qué” es la clave del intercambio que comenté antes. No digo que tengamos que prescindir de las notas, pero los profesores necesitan más informaciones sobre qué tipo de errores cometen los alumnos y por qué los han cometido.
El mundo está cambiando a gran velocidad y con él nuestra forma de aprender. ¿Cómo se puede adaptar la educación a un mundo tan tecnológico e interconectado?
Las redes sociales, el acceso a la información o el uso de los vídeos de YouTube han cambiado muchas cosas desde la época en que yo iba al colegio. El aprendizaje puede producirse de forma rápida con YouTube si queremos solucionar un problema particular, pero a mí no me gustaría que mi cirujano me operara basándose en un vídeo que ha visto en la red. Seguimos necesitando un conocimiento profundo y rico, y para eso necesitaremos a un profesor que haga las conexiones.
Quizás las nuevas tecnologías nos hayan hecho perder parte de nuestra capacidad para concentrarnos durante un largo periodo de tiempo…
No podemos dejar que la enseñanza se convierta en una diversión más, es importante fomentar la persistencia. Quizás no debamos utilizar las mismas herramientas que utilizábamos, pero no hay que perder esas habilidades. Por ejemplo, nuestros alumnos escriben siempre a mano, eso les obliga a aprender a componer un texto escrito, a estructurarlo. Cuando escribes con el ordenador puedes escribir un trozo aquí, un trozo allí, hacer un corta y pega, desplazar un fragmento, etc., y eso te da fluidez. Nosotros tenemos que enseñarles a manejar ambas formas.
EduCaixa está empezando a implantar este sistema en España, ¿cómo se está desarrollando el proceso?
La idea es aprovechar el trabajo de la Education Endowment Foundation y tratar de desarrollar el mismo tipo de estrategias. Nuestra fundación ha creado un kit de herramientas, de la que EduCaixa ha producido una versión en español, y también una red de escuelas que tratan de introducir el método en sus clases. El plan aquí es que, en colaboración con Summa, un centro chileno de investigación sobre educación, se empiecen a producir materiales que los profesores puedan convertir en estrategias en sus aulas. Es un trabajo de colaboración e investigación que busca que las evidencias sirvan para mejorar la educación y saber qué debemos descartar y qué conservar. Solo estamos a principio del proceso.
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