‘La reina de España’ o cómo desaprovechar un elenco magnífico con una película tediosa
Segundas partes nunca fueron buenas. Esta norma, que para ser vigente tiene sus consiguientes excepciones que la confirman, se da con más ahínco en el cine español. Son escasas las cintas españolas cuyo éxito es el suficiente para respaldar, económicamente hablando, una continuación pero Fernando Trueba se la ha jugado y…ha perdido.
En 1998, Fernando Trueba estrenaba en las salas nacionales ‘La niña de tus ojos’. Su paso por taquilla fue más que aceptable y se convirtió en la gran triunfadora de los premios Goya de ese año. 18 años después Trueba ha decidido rescatar de su empolvado baúl de los recuerdos la historia de Macarena, la actriz a la que Penélope Cruz prestó su figura. Y debería haberse quedado ahí, en el baúl.
Bajo el título de ‘La reina de España’, en conflicto con las declaraciones de Trueba en 2015 declarando que «no se ha sentido español ni 5 minutos», se presenta el reencuentro de los personajes que protagonizaron ‘La niña de tus ojos’. Este es, quizás, el único atractivo que tiene la película. Convirtiendo el reencuentro entre Blas Fontiveros (Antonio Resines) y Macarena (Penélope Cruz), que vuelve a España después de su periplo internacional para rodar una película.
Como si de una parte autobiográfica se tratara, sorprende la escena en la que Macarena es preguntada por la prensa sobre por qué se ha hecho americana, «¿es que ya no quiere ser española?» le pregunta un periodista en una rueda de prensa. «Española una no puede dejar de ser así como así, eso se lleva aquí dentro» le responde la española interpretada por nuestra Pe. Mucha razón tiene y debería aplicarse el cuento Trueba. No se puede dejar de ser español le pese a quién le pese.
La trama arranca con un curioso prólogo que narra la evolución de la carrera de esa Macarena de 1998, para luego convertirse en un catálogo de las reacciones de los personajes ante el regreso de Fontiveros, Resines, que creían muerto. Un símil fácil de aplicar a la propia experiencia de Trueba, aunque al parecer, no ha querido incidir en eso.
El comienzo de ‘La reina de España’ es bastante aceptable. Las presentaciones de los personajes se presenta divertida y con cierta gracia. Pero a los pocos minutos todo se desmorona y se desinfla como un globo pinchado. La poca gracia que puede tener al principio, cuando digo poca es poca, se desvanece en cuanto pasamos el enternecedor momento del reencuentro de aquellos que fueron el alma de ‘La niña de tus ojos’.
La sucesión de ‘gracietas’ patéticas y totalmente ‘sinsustancia’ acaban dando vergüenza ajena. De esa que te pones colorado como un tomate y te obliga a mirar al resto de gente en la sala buscando esa complicidad que suavice el color de tu cara. Todo a consecuencia de querer tanto a los personajes que Trueba parecer haber olvidado que una película debe tener un ritmo más allá de las secuencias individuales.
En un momento de esas poco más de dos horas lo patético de sus bromas deja paso a una sensación de pérdida. Una sensación de estar perdido entre tanto personaje/actorazo, sin tener claro cuál es el gran argumento. Ese hilo conductor que actúa como cola pegando y uniendo cada parte de la película. Por momentos parece que Trueba intenta hacer un puzzle con piezas de diferentes juegos que no encajan entre sí.
El guión no fluye de forma natural, ralentiza el avance de la historia hasta el punto de desear que se acabe todo de una vez.
Aunque no todo es malo en ‘La reina de España’. A los actores se les ve cómodos en sus papeles encarando con total convicción las acciones que se suceden en la trama. Aunque este punto no sorprende a nadie, dada la talla del elenco. Si Antonio Resines, Penélope Cruz, Javier Cámara, Loles León, Rosa María Sardá o Neus Asensi no proyectaran sus magníficas cualidades actorales, a ‘La reina de España, no le quedaría prácticamente nada. Pero no es suficiente.
El problema es que el buen hacer de estos ‘actorazos’ no compensa, ni por asomo, los fallos de la película. Ni siquiera al final. La ejecución del desenlace es tan esperpéntico que, casi, justifica la loca aparición estelar de cierto personaje histórico, bien defendido por la sorprendente elección de equipo de casting. Aunque pasado el momento de la sorpresiva aparición queda claro que no es más que una excusa barata, por no decir gratuita, para mofarse del personaje.
En definitiva, ‘La reina de España’ es una cinta totalmente prescindible, por decirlo de manera respetable y políticamente correcta. Un gran esfuerzo de producción que no luce tanto como debiera, un elenco brillante que no termina de cuajar por lo inverosímil de la trama, un título que no casa con el anti patriotismo de su director y, sobre todo, una historia que nadie había pedido, me atrevo a decir que ni los más acérrimos fans de ‘La niña de tus ojos’. Una secuela que, lejos de convertirse en un éxito, puede llegar a empañar la memoria de ‘La niña de tus ojos’.
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