Cómo conseguir que los niños obedezcan sin tener que gritar
Gritar a los niños no sirve para conseguir que nos obedezcan. Sin embargo, mantener la calma y establecer reglas claras y concisas será mucho más efectivo.
¿Le gritas a tus hijos cuando no te hacen caso? Puede que tras hacerlo te sientas mal, pero lo cierto es que recurrir a los gritos para conseguir que nos hagan caso es algo natural. Por desgracia, es también algo que suele producir el efecto contrario al deseado ya que tras el grito los niños o bien se pueden rebelar o asustarse y ponerse a llorar. Veamos entonces cómo conseguir que los niños obedezcan sin tener que gritar.
Cómo conseguir que los niños obedezcan sin tener que gritar
Criar hijos es un reto constante, y en algunos casos incluso se puede llegar a un nivel de estrés importante. El diálogo, la comprensión y la paciencia son tres elementos clave para conseguir educar a los niños consiguiendo que estos hagan caso, pero dependiendo de cada niño puede que en ocasiones esto resulte casi imposible y lo más natural es acabar recurriendo al grito.
Desafortunadamente, el problema de tener que acabar gritando para ser obedecido por los hijos es más común de lo que pensamos. La mayoría de padres y madres llevan un ritmo frenético en sus vidas y cuando todo se convierte en peleas entre hermanos, niños que no quieren recoger sus juguetes o sencillamente que no se quieren ir a la cama, lo más fácil parece ser dar un grito, cuando en realidad, este tipo de acciones empeoran el comportamiento negativo e incorrecto de los pequeños.
El grito se ve para los niños como una amenaza, y habrá quiénes responderán portándose peor y otros que en cambio se asustarán y comenzarán a vivir toda la situación como si fuera un auténtico drama, aumentando más el problema.
¿Qué podemos hacer entonces? Lo primero de todo será aplicar la sencilla regla de «contar hasta diez» antes de pegar el grito que pensamos que será efectivo. En el fondo no lo va a ser, y tampoco es constructivo, por lo que es mejor contar hasta diez y entonces actuar con calma y firmeza para que el niño obedezca, pero además de mantener la tranquilidad en todo momento, puedes también aplicar las pautas que ahora te damos, basadas todas ellas en el hecho de establecer reglas y que los niños las cumplan. Solo así, evitaremos los gritos.
- Cohesión. Tener reglas es una de las claves para evitar los gritos a los niños, pero estas reglas deben hacerse por parte tanto de ambos progenitores. Mamá y papá tendrán que estar de acuerdo, de lo contrario, esto causará confusión en los niños. Y cuando se crea esta grieta, los niños sabrán a que padre recurrir para conseguir su objetivo, provocando que el otro grite. Es importante tener las reglas bien definidas y que se compartan.
- Claridad. Por otro lado, debemos establecer reglas claras y que sean además, comprensible para los niños. Lo que puede parecernos perfectamente comprensible para nuestros hijos a menudo no lo es. Al establecer y dictar las reglas a los niños es mejor utilizar formas impersonales. P.ej. «En la mesa has de estar sentado» y no «¿Sabes o no que en la mesa tienes que quedarte quieto y sentado?».
- La regla debe ser realista y adecuada . Es decir, el niño debe poder ponerlo en práctica y debe ser relevante para su edad. Por ejemplo, es difícil esperar que un niño de 5 años pase demasiado tiempo sentado en un restaurante sin levantarse. En este caso, si activamos el castigo porque el niño, con razón después de un tiempo, ya no puede soportarlo, estaremos equivocados.
- Sostenibilidad . Cuando damos una regla no debemos ser contradictorios. Por ejemplo, si afuera llueve y dejamos salir a nuestro niño a jugar no tenemos que decirle “Ve a jugar afuera pero ten cuidado de no mojarte” sería imposible. Las reglas insostenibles son perjudiciales porque crean una sensación de desconfianza en el propio sistema organizativo.
- Razonabilidad. Antes de dar una regla es bueno preguntarse si es funcional al sistema educativo y si realmente es útil para el crecimiento del niño o si es una regla que simplemente satisface las necesidades del padre en ese momento.
Con estas pautas podremos establecer reglas que sirvan realmente a los niños y si las aplicamos en todo momento, lograremos que siempre obedezcan y que no tengamos que gritar o castigar a los niños.
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