A mis cisnes
Hola a todos. Es lunes, inicio de semana y mi debut agitador en esta Casa tan respetable. Estoy hecho unas castañuelas y no es para menos. Comenzar una crónica frente a una hoja en blanco que ha de llenarse de sorpresas y exclusivas supone un reto que desde hoy ha de normalizarse en mi estómago durante esta semana para que los síntomas del pánico que siento vayan reduciéndose. Llevo desde el año 2007 sintiéndolos y lo único que se me ocurre para justificar tal terremoto emocional es el respeto que siento por ustedes, mis queridos lectores.
Les escribo desde Mallorca, desde el corazón de Palma, desde donde se generarán muchas de mis crónicas diarias, pero el mundo, mi mundo que ya les pertenece no se limita a esta isla bendita por los dioses mediterráneos. Les hablaré de mis cisnes, emulando a mi admiradísimo Truman Capote que definió a las grandes damas de la sociedad de su tiempo con el nombre de este bellísimo animal, que parece manso cuando se muestra paseando sobre el agua que rodea los castillos y lagos centroeuropeos que tan bien conozco.
El cisne cuando se siente molesto demuestra una agresividad que paraliza, mis cisnes también, sean machos o hembras. Hoy mi crónica va destinada, como no podía ser de otra manera, a ellas, las que han marcado mi vida. El primer acto social de la sociedad de verdad que les contaré se celebra esta noche [lunes, 13 de enero], y aunque les sorprenda a muchos se trata del funeral de una de mis amigas más queridas, Cecilia Maud Sandberg, fallecida el pasado 1 de enero en Palma mientras los fuegos artificiales iluminaban la ciudad para acompañarla con su luz y truenos festivos hasta su nueva vida con los ángeles. Los funerales en Mallorca son importantísimos actos sociales con un protocolo que sorprende a los foráneos, que no entienden a qué viene tanta puesta en escena.
Ceci nació danesa, y nunca olvidó sus orígenes y su infancia y juventud en un castillo danés construido cerca de las aguas del mar desde donde desarrolló una personalidad aristocrática de las de verdad, una clase indiscutible que la ayudó a superar temporales de todo tipo hasta el fin de sus días en la tierra con una dignidad que nos admira a todos los que la conocimos. Esta noche, en la Parroquia de la Santa Cruz de Palma, a las 19,30 horas, se reunirá la crème de la crème de esa sociedad elegante e internacional que conquistó aparentemente sin esfuerzo, pero fue de las que más trabajó, cuando nadie lo hacía. Inventó la inmobiliaria moderna que todos han querido copiar en esta isla de Mallorca invadida por ellas. Ganó fortunas que invirtió en hacer felices a los demás, organizando las fiestas más sublimes que ha vivido la isla para celebrar con cualquier excusa lo bonita que es la vida.
Todo había comenzado muchos años atrás, cuando siendo una niña llegó a Mallorca con sus padres y su hermana Marianne Prats, viuda del gran Joaquín Prats, y madre de los queridos Joaquín y Alejandra Prats, a los que quiso como hijos. Ceci siempre fue más que una madre, deja dos hijos habidos de su relación con el genial pintor y retratista Joaquim Torrens Lladó.
Historia de amor que merece ser contada en una crónica como la de hoy. Ceci, muy jovencita y ya muy integrada en la buena sociedad del mundo se comprometió con un mallorquín de una muy buena familia. Sus padres decidieron regalarle un retrato de Joaquín, un joven pintor, con un estilo sublime, que había llegado a la isla desde su Badalona natal. Durante los posados surgió el amor entre la prometida dama danesa y el artista que la miraba con una intensidad muy poco pudorosa. Surgió el fuego entre ambos jóvenes, modernos, mega cool, con una rebeldía común que les acercaba cada día más.
Obviamente Ceci rompió su compromiso con el mallorquín e inició su provocadora historia de amor con el pintor en ciernes que el saber hacer social convirtió en genio internacional gracias a sus relaciones con las familias más importantes del mundo, realeza incluida, que no dudaron en encargarle retratos. Nunca se ha retratado a una Carolina de Mónaco más bella. La pareja tuvo a dos hijos en común, Oliver y María Torrents Sandberg, a los que abrazaré esta noche con mucho cariño.
Ceci era más que una madre, más que una amiga, más que una pareja, más que una esposa. Cada estatus abría muchas, centenares de puertas, cargadas de matices, que muchos supimos aprovechar y disfrutar. Más o menos en esa época comenzó su andadura en el mundo inmobiliario, que se amplió cuando se separó de Torrents Lladó para emparejarse con el gran genio de la arquitectura, la restauración comprometida, y hoy también empresario hotelero Antonio Obrador, que con ella y también después de ella, construyó y reconstruyó las casas más bellas de la isla. La de Cristina Macaya, Es Canyar, mi cisne que navega desde hace dos años por el cielo de los elegidos de vidas extraordinarias, fue construida por Obrador, y sigue siendo un icono.
Finalizada la gran obra, acabó también la larga relación sentimental de Ceci y Antonio, pero no su relación personal como familia. No había rencores en el corazón de esta amiga que tocada de muerte era capaz de escuchar con interés las pequeñas desgracias de la vida de sus amigos para buscarles una solución, o hacernos ver claramente que no la había. No se andaba con tonterías. El destino quiso poner un ángel en la vida de Ceci, su último ángel, hoy roto por la pérdida de su esposa, a la que ha acompañado hasta el ultimo suspiro.
Ceci, en plena madurez conoció a un joven atractivo que ansiaba convertirse en piloto, su profesión actual. Se trataba de Roberto Fernández, que cuando fue presentado en sociedad causó enorme escándalo, alguna que otra envidia e incredulidad. Se casaron en Venecia en una boda romántica y fastuosa, la boda soñada por nuestra amiga. Pocos confiaban en esa unión celebrada hace ya muchos años y sin embargo la elegancia y el señorío de Roberto nos ha conquistado a todos, poco a poco, actuando y logrando objetivos, amando a su esposa hasta el final, cuidándola con un mimo que muchos desearíamos en algunos momentos de nuestra vida. Al parecer ha organizado para hoy un funeral precioso, a la altura de la dama que nos dejó cuando pasábamos de un año a otro, como la metáfora perfecta de lo que para la sociedad internacional significa su fallecimiento. Con ella ha muerto un estilo de vida que desaparecerá en pocos años.
Cecilia Maud Sandberg se ha ido con sus secretos. Fue durante muchos años amiga íntima de Marta Gayá, pero de sus labios jamás salió una frase que revelara algún secreto de la que fue la mujer más misteriosa de España. Nadie supo del porqué de su ruptura, era difícil que Cecilia se enfadara con alguien, pero sucedió, dejando un gran misterio por resolver. ¿Asistirá Marta al funeral de esta tarde? Se lo contaré mañana, si me dejan, claro.
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