OkBaleares
LA VOZ DE LOS EMPRESARIOS DE LOS POLÍGONOS DE SON CASTELLÓ Y CAN VALERO

Grúas Pol, una empresa familiar con gran arraigo en Mallorca

Catalina Pol es la administradora y financiera de esta compañía donde la tercera generación ya pisa fuerte

"Si no inviertes, mueres y en nuestra empresa es continuo"

"Llevamos 30 años, toda una vida en este polígono y yo misma digo con orgullo que soy poligonera"

El libro 'Empresarios con Valor II', editado por ASIMA, recoge la trayectoria de Grúas Pol

Si uno piensa en una obra de gran magnitud en Mallorca, que requiera de maquinaria pesada, inmediatamente se le viene a la cabeza la imagen de una grúa de Grúas Pol. Esta empresa familiar, de gran arraigo en la isla, tiene su sede en Gremi Fusters, en pleno corazón del polígono de Son Castelló.

Catalina Pol es la administradora y financiera de la compañía, que su padre, Antoni Pol, ahora nonagenario, fundó hace más de 75 años partiendo de cero. A pesar de llevar años jubilado, el padre de Catalina va muy a menudo a la empresa. «Yo soy como el príncipe Carlos de Inglaterra, que nunca será rey, lo será su hijo», asegura entre risas quien encarna la segunda generación de Grúas Pol junto a Miguel Garau, el padre de sus sobrinos.

La experiencia personal de esta mujer y la historia de la compañía familiar se recoge en el libro Empresarios con Valor II, editado por ASIMA. En él, esta empresaria de 52 años sólo tiene palabras de admiración y agradecimiento hacia su padre, un pionero que inició su aventura empresarial con 23 años.

Antoni Pol consiguió un camión de segunda mano en la Guerra Civil. Empezó haciendo repartos, luego contrató a dos o tres empleados y en los años 60 creció de manera exponencial. Quiso comprar una grúa, pero le dio miedo una inversión de tal magnitud, así que junto a otras empresas de transporte «decidieron comprar la primera grúa móvil de Mallorca y fundaron una sociedad. Funcionó y compraron otra y otra. Pero todo el trabajo venía de Grúas Pol. Y mi padre les propuso la separación. Ellos compraron la grúa, pero no les funcionó. La primera grúa de esta empresa es de los años 70», explica en el libro la administradora de la compañía.

Grúas Pol sigue trabajando con camiones, grúas y camiones-grúas. Y toca casi todos los sectores. Desde grandes obras de construcción como aeropuertos, puentes, carreteras… hasta multitud de trabajos pequeños como la colocación de decoración navideña, de aires acondicionados en azoteas, de piscinas o elementos de jardinería.

Asimismo, están muy vinculados al sector de la náutica, levantando barcos y dedicándose a la actividad conocida como jarcia, que consiste en quitar piezas de las embarcaciones, motores, botabaras, mástiles, etc.

Catalina Pol entró en la empresa con 20 años y con las ideas claras: «Quería continuar el trabajo de mi padre. Opté por la vía rápida, la FP, y aprendí muchísimo», revela en el libro.

Durante un tiempo su hermana también trabajó en la empresa. Luego se marchó a Barcelona y se separó de su marido, Miguel Garau, que se quedó al frente de Grúas Pol junto a Catalina. «Parece mi hermano. Forma parte del equipo de toda la vida. Él sí que fue la mano derecha de mi padre hasta ahora», explica.

Catalina Pol es la administradora y financiera de la compañía. ASIMA

Pol entró a trabajar en los años 80, «cuando todo era más fácil y había mucho más margen de beneficio», todo lo contrario que en la década de los 2000 por la competencia y los impuestos. Recuerda que para sortear la crisis de 2008 tuvieron que bajar los precios y vender maquinaria: «Vendíamos maquinaria para indemnizar al personal».

Esta empresaria tiene claro que la inversión es fundamental para el futuro de una compañía y afirma que en la suya las inversiones son millonarias: «Si no inviertes, mueres y en nuestra empresa es continuo». Y es que Grúas Pol ha sobrevivido a la quiebra de muchas empresas mallorquinas del sector y la llegada de nuevas compañías de la península.

Aunque trabaja con vehículos de tierra, su pasión son los barcos. De hecho, durante un tiempo montó una empresa náutica y se dio cuenta de que «un empresario es un empresario: da igual si son barcos o camiones».

Los riesgos laborales

Sin duda, uno de los asuntos que más preocupan y ocupan a Catalina Pol son los riesgos laborales. Reconoce que es un tema duro, pero que lo tienen todo en regla, con su servicio de prevención y con labores de formación. Sin embargo, como asegura, «el que trabaja se arriesga a que haya un accidente y por suerte hemos tenido poquísimos». Aun así, recuerda que ha estado «imputada por lo penal dos veces, aunque ha salido todo bien».

Cuenta que su padre, Antoni Pol, se resiste a jubilarse y va a visitarles cada día: «Necesita venir a vernos. Me dice Cata quiero ver los números. Las cosas malas ya no se las contamos, sólo le decimos lo bueno. Y viene todos los días, salvo que esté en el hospital».

Pese a las visitas del patriarca, la tercera generación de la empresa ya pisa fuerte con sus sobrinos Miquel y Toni Garau Pol. Ellos también han empezado de cero, llevando un camión o una grúa. Todos miran hacia el futuro con la intención de seguir innovando, así como reducir la contaminación de sus vehículos pesados.

Grúas Pol lleva 30 años en el polígono de Son Castelló. ASIMA

30 años en Son Castelló

Esta empresaria relata en el libro que mientras esperan la llegada de un polígono específico para transportistas, seguirán en Son Castelló: «No hay forma de irnos del polígono. Lo hemos intentado, pero se está tan bien en ASIMA… Llevamos 30 años, toda una vida en este polígono y yo misma digo con orgullo que soy poligonera».

A pesar de haber vivido con gran desazón la crisis derivada del covid-19, la administradora de Grúas Pol no olvida la de 2008. «Nos lanzamos a comprar un solar en el pico de la burbuja. Íbamos lanzados. Dimos la entrada de un solar de unas cifras… Tenía que hipotecar bienes personales de mi padre, la empresa no bastaba», cuenta.

El solar estaba en el polígono de Son Morro y tras dar la señal, Catalina empezó a no dormir por las noches. «Empecé a pensar que podía venir una crisis y perder el trabajo de toda una vida», explica. Tras echarse para atrás, al año siguiente llegó la crisis. «Nos habríamos arruinado totalmente, pero en aquel momento no había pistas…», recuerda. «Al final se ha demostrado que lo que vale es el trabajo de cada día», sostiene Pol.

El coronavirus ha sido un nuevo escollo que superar para Grúas Pol. «Ha sido para todos algo totalmente inesperado, se hablaba de una posible crisis, pero nunca podíamos imaginar que podría pasar algo así», reflexiona esta empresaria, que confiesa que tuvo «pánico» por el futuro de la compañía y del país ante la incertidumbre de un escenario sin precedentes.

Poco a poco esta empresa familiar está volviendo a la normalidad y Catalina Pol mira al futuro con «muchas ganas de poder seguir hacia adelante».