Tribunales

El Supremo declara que tener relaciones sexuales quitándose el preservativo sin consentimiento es delito

La Audiencia de Sevilla condenó a un hombre a prisión por fingir ponerse un preservativo y contagiar una ETS

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Preservativo. (Foto: Vithas)
David García de Lomana

El Tribunal Supremo (TS) ha declarado por unanimidad que mantener relaciones sexuales sin preservativo sin que se haya dado el consentimiento para ello puede considerarse un delito contra la libertad sexual, según ha informado el alto tribunal a través de una nota de prensa. El TS empezó a estudiar este asunto el pasado mes de enero a raíz de un caso procedente de la Audiencia de Sevilla donde el acusado fue condenado a cuatro años de cárcel por un delito de abuso sexual y a seis meses de prisión por otro de lesiones. El hombre contagió una enfermedad de transmisión sexual a la mujer tras fingir ponerse el preservativo.

Inicialmente eran cinco magistrados de la Sección Segunda los que se dispusieron a abordar la deliberación y fallo del recurso presentado por el acusado contra esta condena, que fue ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), pero finalmente decidieron elevarlo a Pleno al entender que planteaba una cuestión novedosa que el Supremo no había abordado hasta ahora.

En la deliberación sobre la pena a imponer, cinco magistrados entienden que ha de fijarse la propia de una penetración sin consentimiento, si bien la sentencia completa será publicada en los próximos días.

Fingió tenerlo puesto

El caso concreto se remonta a julio de 2017, cuando el condenado y la víctima se disponían a mantener relaciones sexuales consentidas en un coche aparcado en un descampado de Sevilla, como habían hecho en otras ocasiones en los últimos meses, «sin que pueda afirmarse que entre ellos existiera otro tipo de relación afectiva», según relata la sentencia del TSJA.

Antes del encuentro sexual, él la avisó de que se estaba tratando por una enfermedad de transmisión sexual, aunque «sin llegar a indicarle el concreto diagnóstico». Ella reaccionó dando su consentimiento a las relaciones, pero con protección, ya que «siempre las habían mantenido así» y ahora «con más motivo por la infección». Fue la propia mujer quien le ofreció el preservativo dentro de su envoltorio.

Sin embargo, él no llegó a ponérselo en ningún momento, aunque fingió que sí lo había hecho. En un momento dado, la mujer intuyó que él no llevaba preservativo e intentó parar la relación sexual. El acusado, tras «un breve lapso de tiempo», interrumpió el coito, «se retiró, se vistió y se marchó del lugar», arrojando al suelo el preservativo sin usar al salir del coche.

Como consecuencia de ello, la mujer contrajo clamidiosis, una infección de transmisión sexual asintomática y fácilmente curable con antibióticos, pero que si no recibe tratamiento puede provocar problemas de salud graves como infertilidad en las mujeres.

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