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La Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado a cuatro años de prisión al piloto de la lancha que arrolló a una embarcación de recreo en mayo de 2018 en la playa de Getares (Algeciras) y que provocó la muerte de un menor de edad.
El varón acusado, que se encontraba ebrio y cuenta con antecedentes por narcotráfico, realizó maniobras temerarias hasta que ambas embarcaciones colisionaron. La lancha había estado decomisada por la Guardia Civil hasta la misma tarde del suceso, si bien en el momento de los hechos no portaba droga a bordo. La víctima, de nueve años, se encontraba pescando junto a su padre, que recriminó a la embarcación su peligroso comportamiento. El menor falleció en el acto.
Según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular considera al acusado responsable de un delito de homicidio por imprudencia grave.
En la sentencia, contra la que cabe interponer recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del TSJA, la Audiencia impone además al acusado la prohibición de comunicación y de aproximación a menos de 800 metros de los padres y hermanos del menor fallecido por un espacio de cinco años.
La Fiscalía pedía 15 años de cárcel
El jurado, en su veredicto, ha considerado probado que los hechos tuvieron lugar el día 14 de mayo de 2018, cuando el condenado pilotaba una embarcación semirígida de 300 CV de potencia en la playa de Getares careciendo de la titulación necesaria para su manejo y realizando maniobras «peligrosas a velocidad superior a la permitida, sin atender los requerimientos de cese que le fueron dirigidos por varios bañistas y llegando en una ocasión a perder el control del pilotaje, saliendo despedido de su asiento».
En un momento dado, y según el jurado, el acusado se aproximó a la embarcación de recreo que se encontraba próxima a la orilla de la playa y que estaba ocupada por el menor fallecido, su padre y un amigo de éste, «quienes también le recriminaron la conducta», instante en el que sonó el teléfono del acusado.
Mientras atendía la llamada, el condenado realizó una «arriesgada» maniobra de aceleración, «rápida y fuerte», que le hizo perder el control de su embarcación, arrollando por su parte central la embarcación de recreo donde se encontraba el menor, lo que provocó su fallecimiento en el acto debido a un shock traumático por atropello náutico.
El jurado ha considerado probado que el acusado «era sabedor del riesgo que se producía con sus maniobras, y en la creencia de que iba a poder controlar su embarcación, no cesó en su actitud, omitiendo el más elemental deber de cuidado, y realizó una peligrosa y arriesgada maniobra de aceleración fuerte, perdiendo el control de la embarcación y ocasionando con el choque la muerte del niño».
En su veredicto, el jurado ha acogido la tesis de la defensa, entendiendo que el acusado no actuó aceptando el resultado que provocó, sino que éste se produjo por una imprudencia de carácter grave.
En sus conclusiones definitivas, expuestas antes de hacerse público el veredicto del jurado, tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitaron para el encausado 15 años de cárcel por un delito de homicidio, así como que se le impusiera la prohibición de comunicación y de aproximación a menos de 800 metros de la familia del menor por tiempo de 25 años.
La Audiencia, sin embargo, ha recordado que dicho delito de homicidio por imprudencia grave está castigado con pena de prisión de uno a cuatro años, entendiendo procedente en este caso imponer cuatro años de cárcel «atendiendo a la entidad de los hechos, a la conducta desplegada por el acusado, al riesgo creado dadas las características de la embarcación, su motor de alta potencia, difícilmente manejable, y a su ausencia de pericia, no contando con la titulación necesaria para pilotarla, lo que en este caso le hace merecedor de la pena máxima prevista, pues su conducta, unida al tristísimo desenlace de la misma, supone un plus de reprochabilidad que le hace merecedor de ella».
La sentencia, fechada el día 18 de abril, no es firme, habiendo sido recurrida en apelación por la acusación particular ejercida por los padres y hermanos del menor fallecido.
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