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¿Qué es la Ketamina y cuáles son sus efectos?

Entre los medicamentos analgésicos y anestésicos se encuentra la llamada ketamina, hasta ahora utilizada solo en el ámbito veterinario. ¿Qué debes saber sobre ella?

La ketamina es un anestésico manso de efecto rápido. Se utiliza mayoritariamente en la medicina veterinaria, así como en cirugías menores en humanos. Sin embargo, desde principios de la década de 1990, es mucho más conocida gracias a sus efectos alucinógenos. Tanto que desde 1999 se le considera una droga de abuso, especialmente, pero no de manera exclusiva, entre adolescentes y jóvenes.

Muchos creen que se trata de una ‘droga segura’, un producto sintético que no ‘engancha’. Generando sensaciones parecidas al LSD, pero sin propiciar pérdida de conciencia o depresión respiratoria. Precisamente esta falsa creencia ha aumentado los problemas, ya que no se tiene consciencia de los riesgos que implica su consumo.

Marca registrada

Calvin Lee Stevens, químico estadounidense nacido en Edwardsville, Illinois, sintetizó en 1962 esta sustancia. Tres años más tarde empezó su comercialización bajo las marcas registradas Ketalin, Ketelar, Ketina y Ketase. Esta última denominación destinada para la medicina veterinaria.

Líquido de aspecto translúcido, se convirtió rápidamente en uno de los analgésicos más utilizados. También en el sedante aplicado a los soldados norteamericanos durante la Guerra de Vietnam.

Usos medicinales

Durante mucho tiempo este principio activo fue un aliado frecuente dentro de los ámbitos geriátricos y pediátricos. En la actualidad, además de ser el tranquilizante preferido de muchos veterinarios, su aplicación en humanos se limita a situaciones de emergencias o desastres naturales. Aunque en países pobres su uso continúa siendo generalizado, ya que se trata de una opción segura, pero por, sobre todo, bastante económica.

Fuera de los quirófanos, se emplea como un broncodilatador de urgencia en pacientes con espasmos bronquiales. Del mismo modo, tiene aplicaciones destacadas dentro del ámbito de la psiquiatría. Ha demostrado ser un antidepresivo bastante potente en casos de trastorno bipolar y depresiones profundas.

Sus efectos positivos en este tipo de pacientes son evidentes en muy pocas horas. Mientras que cuando en estas mismas personas en crisis se han aplicado antidepresivos ‘tradicionales’, las mejoras no son palpables antes de dos semanas.

Redescubrimiento

Los veteranos de Vietnam fueron los primeros en recurrir a la ketamina con fines exclusivamente alucinógenos. Una vez en sus casas y siendo víctimas de severas crisis depresivas, buscaron este sintético para reproducir los efectos psicodélicos que recordaban de su experiencia bélica.

El boom definitivo de su ‘uso recreativo’ llegó durante el último lustro del siglo XX. La disminución de la calidad de la cocaína que se importaba a Estados Unidos provocó que los adictos del país de las barras y las estrellas consideraran otras opciones. Así fue como lo que empezó como una moda dentro de los barrios del norte de Nueva York terminó extendiéndose por buena parte del mundo occidental.

En 1999, ante el aumento de los robos que sufrieron distintos laboratorios y en mayor medida, los consultorios veterinarios, la situación fue cambiando. Con una demanda cada vez más elevada y con casos frecuentes de sobredosis y hasta de muertes, la Ketamina fue incluida por la DEA en la lista de drogas de abuso. Una acción que fue replicada por agencias antinarcóticos de distintos países.

De ketamina a polvo K

Salvo excepciones, como ha ocurrido con la mayoría de las luchas antidrogas a nivel mundial, los éxitos contra el uso recreativo de esta sustancia han sido exiguos. Tanto que muchos especialistas han optado por estrategias distintas a las coercitivas. Lo que se pretende es que los posibles nuevos consumidores tengan conocimientos de los riesgos a los que se enfrentan. La recomendación general es que en ningún momento se subestimen sus efectos.

Una droga que sí es adictiva

A pesar de lo que muchas personas piensan, la ketamina sí genera dependencia. Con el agregado de que el organismo se adecúa rápido a su presencia, por lo que cada cierto tiempo quienes la consumen requerirán de dosis más elevadas para mantener los mismos resultados. Y todo ello con los consecuentes riesgos de sobredosis.

Como sintético, la ketamina es bastante versátil. Sus ‘presentaciones’ permiten que se inhale o se ingiera en forma líquida y en cápsulas comprimidas. También puede administrarse por vía intravenosa e intramuscular. Es un fármaco que por lo general se toma en combinación con otras sustancias. Las más comunes incluyen la cocaína (se conoce como Calvin Klain) y el cannabis (denominada Mary K o Mary Kay).

Daños colaterales

Los efectos de la ketamina varían de persona a persona. Entran en consideración aspectos como la salud individual, hasta el método de consumo. Lo mismo que la cantidad y la calidad del producto. Alteración de la conciencia, desorientación y pérdida de la noción del tiempo, son algunas de sus consecuencias. Una de las sensaciones más buscadas es la de flotación o abandono del cuerpo 

Ataques de pánico y ansiedad, espacios psicóticos, junto con convulsiones, vómitos y diarreas, son otros de los efectos. Broncodilatación y aumento de la presión sanguínea también forman parte del cóctel.

No es un juego

Aventurarse en el mundo de las sustancias sintéticas no es buena idea. Más allá de sensaciones puntuales, generan dependencia y daños irreversibles. Siempre hay que contar con un profesional de la medicina.