El secesionismo de Iglesias explosiona Podemos
Resulta paradójico que Podemos se haya partido a la mitad a causa del golpe de Estado independentista cuando ha sido precisamente Podemos, o mejor dicho Pablo Iglesias, el único entre los partidos mayoritarios —que no constitucionalistas, porque Podemos sólo es bolivariano y populista— en apoyar a los que quieren romper España en dos. La traición de Bescansa no es un calentón baladí. Algo se mueve dentro del aparato morado cuando la otrora persona de confianza del líder asesta un golpe de manera tan notoria contra la estrategia pública de la formación con respecto al gran tema del momento. «Me gustaría un Podemos que hablase a todos los españoles y no sólo a los independentistas», ha dicho Bescansa. Unas palabras que vienen justo antes de que el Gobierno aplique el artículo 155 de la Constitución y tras los resultados de las últimas encuestas. En ellas los populistas han caído en picado hasta el punto de alejarse del sorpasso al PSOE e, incluso, de ser adelantados por Ciudadanos. El pretencioso asalto de los cielos se queda, por tanto, en un vuelo gallináceo.
Por mucho que Carolina Bescansa haya actuado por venganza tras ser relevada en la Comisión Constitucional, su mensaje no deja de ser un trueno que alumbra la división en el partido entre los acólitos del radicalismo desaforado de Pablo Iglesias y los defensores de una postura más socialdemócrata que podría representar, a pesar de sus filias maduristas, el arrinconado Íñigo Errejón. Lo único cierto es que la gestión de la crisis catalana ha sido desastrosa por parte de Iglesias tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Una merma casi irreparable para la imagen y el futuro del partido en las delegaciones existentes fuera de Cataluña. A tal punto ha llegado su vehemencia en el apoyo de los independentistas que incluso se han quedado solos en el Parlamento Europeo. Allí les han negado debatir sobre los Jordis, sediciosos en prisión a los que definen como «presos políticos». Curioso término el que utilizan con estos dos delincuentes a pesar de que son incapaces de condenar la situación de los miles de represaliados por la dictadura de su financiador Nicolás Maduro.
Podemos va camino de convertirse en un partido que, de tan minoritario, sea prácticamente inexistente a efectos políticos. Sus compañeros de viaje no son para menos: Arnaldo Otegi, los golpistas catalanes… Una redundancia radical que provocará que la estatura del partido mengüe hasta quedar como mero grupúsculo. A pesar de ser la tercera fuerza en representación dentro del Congreso ya han demostrado sobradamente que van en contra de la unidad de España, de su Constitución y del jefe de Estado, Felipe VI, al que atacan con saña cada vez que tienen la ocasión. Iglesias es un secesionista de tomo y lomo y su intención de romper el régimen actual para crear uno nuevo lo une a los enemigos de España. Una postura general que quizá le haga ganar algún voto en los sectores independentistas de Cataluña y País Vasco. No obstante, en el resto de España están abocados a ser el pez globo de la política nacional. La única opción que tiene Podemos para sobrevivir es ser leal a los principios democráticos del país donde se ubica. Una entelequia que sólo tendría visos de convertirse en realidad si las bases prescindieran de Pablo Iglesias y se pusieran en manos de Errejón. Un político que, a pesar de su bolivarianismo militante, aún podría sacar el barco morado a flote antes de que se hunda por completo.
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