Opinión

Sánchez se fue de rodaje

Todos ustedes saben que Moncloa Films, en coproducción con La Africana, está rodando una parodia de thriller que tiene como protagonista a Pedro Sánchez, más conocido en los ambientes como “Antonio”. Aunque los productores no escatiman gastos pues saben que cuentan con recursos ilimitados, los responsables del rodaje llevaban un tiempo preocupados por las dificultades de rodar con Antonio en exteriores sin que la realidad del directo les chafara el pretendido resultado. El hecho es que tras muchos meses de trabajo, estaba resultando imposible hilar una película destinada a pervertir la realidad y convertir al impostor en un líder de masas. A criterio del director, las tomas que han ido obteniendo en los jardines de las residencias oficiales del galán Antonio (ya fuera Madrid o los palacetes que utiliza por toda España) o las que han rodado en los viajes al extranjero -con planos que ocultan los salones medio vacíos en los que hablaba Antonio-, ni utilizando los mejores efectos especiales el metraje útil daba para más que un corto. Y así no hay manera de proyectar la imagen de un líder de masas…

Así que la productora principal y los responsables del atrezzo decidieron alquilar unos coches de tren y contratar algunas decenas de figurantes para rodar unas escenas en las que el galán pareciera un líder humano, que viaja en transporte público rodeado de personas que le quieren. Así que lo montaron en un tren y se lo llevaron a rodar en tierras de Andalucía, en un escenario natural de los antiguos protectorados que aun mantiene la empresa de la que es propietario.

Y con una camisa verde Zelenski, elegida para el evento por la utillera de La Africana, el galán compareció ante su público. Para la puesta en escena fue acompañado por la mayoría de los miembros del Consejo de Administración que preside; el guionista consideró que esa demostración de fuerza resultaba imprescindible para ahuyentar los miedos de los rentistas que abarrotarían el auditorio (este sí) y provocaría que se mostraran felices durante el rato que durara el rodaje, pues los efectos especiales debían conseguir que olvidaran que han de perder toda esperanza de recuperar un poder que durante cuarenta años les permitió repartirse los dividendos del botín.

Cuentan en los entresijos del rodaje que el galán no era muy partidario de vestirse de verde Zelenski, que le parecía que ese color no le favorece y que le acentúa el tono cetrino de la tez. La utillera de La Africana le explicó que pretendían hacer un doble guiño para su personaje al héroe de la resistencia de Ucrania ( “acuérdate, tu Manual de Resistencia…”) y a las Fuerzas Armadas, a quien había decidió no honrar acompañando al Rey a los actos de homenaje a nuestros uniformados. “Además, no te preocupes, eres tan guapo que hasta con ese color estás arrebatador…”.

Tras lo cual, y con un mohín de satisfacción, el galán se plantó a saludar en lo alto del escenario mientras los rentistas y los miembros del Consejo de Administración se dejaban llevar por la euforia del ambiente. Todo se desarrollaba según el guión previsto y el director de la película comenzó a relajarse. Por fin tenían imágenes del galán en la calle y sin abucheos; por fin habían conseguido que aparcara su vehículo habitual que tanto queroseno quema; por fin había llenado un auditorio con personas que no parecían empresarios o sindicalistas pendientes de una subvención… Y tras los anuncios a cargo del primer espada -que se dedicó a alabar la égida de Antonio-, este tomó la palabra. Y ahí comenzó a torcerse todo.

El director y el guionista le habían explicado a Antonio que el éxito de la producción dependía de que la ficción fuera percibida por el gran público como si fuera un documental sobre hechos históricos protagonizados por él. Le habían aclarado, detallada y puntualmente, que el objetivo no era conseguir un Goya a los efectos especiales sino enhebrar un relato en el que las mentiras parezcan verdades y la verdad mero humo… Ellos creyeron que para un tipo acostumbrado a mentir en todo lugar y circunstancia, continuar la farsa también mientras durara el rodaje no iba a suponer ningún problema.

Pero los responsables de la producción no tuvieron en cuenta que el narcisismo es una característica esencial de la personalidad del protagonista. Y no fueron conscientes de que quien padece ese trastorno de personalidad fantasea con un poder ilimitado, cree merecer un estatus superior al del resto de los mortales, tiene un sentido desmesurado de su propia importancia y una necesidad profunda de atención excesiva y admiración.

Por eso no supieron advertir el peligro que corrían al subir a un escenario a ese hombre superior que lleva tres años sin poder pisar el suelo de España sin que seres inferiores le abucheen. La consecuencia fue que cuando Antonio escuchó los bramidos de un público entregado que llenaba el auditorio, se vino arriba. Y ese narcisista con trastorno de personalidad que había de actuar para que resultara verosímil el personaje creado para la parodia de líder mundial con residencia en España olvidó las recomendaciones del director y se mostró sobre el escenario como es, como un arrogante que carece de empatía, que exagera sus logros y talentos, que necesita elogios y admiración constante, que cree que los demás le envidian y que vive fuera de la realidad.

Y el galán vestido por la utillera de La Africana de verde Zelenski se puso a relatar todas las tropelías cometidas por el Consejo de Administración del que es presidente y por la empresa de la que es propietario único… adjudicando su autoría al partido político rival que se está quedando con el mercado electoral. Los expertos saben que es propio de quien sufre un trastorno de personalidad acusar a los demás de las consecuencias –incluso de la autoría, en los casos más graves- de sus propios actos; y eso es lo que hizo Antonio con el mayor de los desparpajos.

Así, en la tierra en la que su empresa fletó autobuses para impedir que se constituyera el Parlamento elegido por los ciudadanos, culpó al partido rival de “crear un clima de crispación siempre que no gobierna”, de practicar la «corrupción de la democracia» cuando está en la oposición al no reconocer los resultados electorales y de “tachar de ilegítimo» a un Ejecutivo elegido por las urnas. Todo eso mientras los que fueron a rodear el Parlamento acarreados en los autobuses de la empresa de la que es propietario lo miraban como miran las vacas al tren…

Así, en la tierra en la que están sentados en el banquillo dos ex presidentes de la administración autonómica y de la empresa de la que Antonio es propietario -ambos condenados en primera instancia por robar el dinero de los parados y gastárselo acompañados de sus consejeros en mariscadas y en otras cosas mucho más graves (amén de para engrasar los negocios de los amiguetes)- va y dice que “todo lo bueno que ha pasado en Andalucía ha venido del Partido Socialista y con apoyo desde Madrid”. Parece que fue en ese momento cuando la utillera de La Africana, desde casa, pidió por primera vez las sales…

Y en una tierra en la que, desde niños chicos, todos son españoles a fuer de andaluces, en la que una inmensísima mayoría de los ciudadanos viven como una afrenta los indultos concedidos por su sanchidad a quienes dieron un golpe contra la democracia, va y acusa al partido político rival de «poner en riesgo la unidad de España»; y no contento con eso, quien ha llamado “hombre de Estado” a un terrorista, reprocha al partido rival que cuando gobierna haga pactos por la “estabilidad” con partidos nacionalistas. Más sales…

Y en una parte de España en la que lo normal es ver banderas de España en el ámbito privado, ya metido en su otro yo, traslada la responsabilidad y la autoría de sus actos al partido rival, y dice: “Si uno cree que la bandera es suya y que España es suya… lo que hace cuando llega al Gobierno es utilizar las instituciones para su propio beneficio y financiarse irregularmente para mantenerse en el poder”. Cuentan que fue tras escuchar esas palabras en boca de quien piensa que “España es una realidad discutida y discutible”, el mismo que ha prohibido que en su empresa se exhiba ni una sola enseña nacional, cuando el director de la producción, de cuerpo presente, pidió también las sales. Sus últimas palabras fueron: “Toma falsa. Desconecten”.