Sánchez con el agua al cuello y los españoles ahogados
Cualquier español con alguna lectura y una miaja de sentido común que viera el pasado miércoles el debate parlamentario, por llamarlo de alguna manera, saldría con una misma conclusión: este Gobierno de Sánchez e Iglesias (porque Iglesias continúa estando) es un cadáver andante.
Lo cual no quiere decir que no tenga capacidad para continuar arrastrándose por todas las esquinas. La pasta es la pasta y las mamandurrias son las mamandurrias. ¿Dónde van a ir si no es a alguna fundación que pagará con dinero público la gran amiga argentina de Baltasar Garzón? ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que Amancio Ortega o Roig, el de Mercadona, puedan fichar a Belarra, Montero o Garzón, salvo para darle a la caja?
El problema serio no son estos pobres muchachos, aunque cuesten un congo al contribuyente. El problema es Sánchez, el manirroto. Ha perdido, incluso, capacidad para mentir. Está en las últimas. Mezcla los temas, busca el lodo, para al final decirnos que su España es el país que más energía produce, donde los pobres atan el hambre con longaniza y todo el mundo mundial le copia. Empieza a dar lástima. No sabe por dónde salir. La situación española es demasiado para su florido cuerpo. Pide unidad y todo el mundo sabe ya que lo que está pidiendo es que no le critiquen. Cuando solicita a la oposición que “arrime el hombro” está queriendo decir que se deje engañar; cuando exige patriotismo está ordenando que la ciudadanía pague sin rechistar su nivel de vida y la de sus cuates.
Ni siquiera aquel desdichado Zapatero llegó a ofrecer una imagen tan patética como la demostrada esta semana por el señor don Pedro. Debe tener algún problema psicológico serio. Porque afirmar, como afirmó, que no ha cambiado de postura en relación al tema Sáhara Occidental y tratar de endosarse para su mayor gloria (la honra se le terminó hace tiempo) la próxima cumbre de la OTAN… Esa cumbre quedó apalabrada y suscrita por el actual secretario general y el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal.
Cada vez estoy más convencido de que Sánchez tiene decidido ya no presentarse a la reelección porque, aún queriendo, no se puede ser tan torpe y a la vez tan fatuo.
El gran asunto es que es está con el agua al cuello, pero el pueblo español está ahogado y asfixiado. Esto va a costar mucho ponerlo de nuevo en pie. Mientras tanto, contemplen ustedes a un jefe de gobierno pomposo e ingrávido. ¡Qué espectáculo!
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