El PSOE no se aclara
La credibilidad del PSOE está cayendo en picado. De hecho, habría que hacer serios esfuerzos para recordar la última vez que la tuvo, dicho sea de paso. Lo más reciente han sido las declaraciones en las que su secretario general amenazaba a Rajoy con una moción de confianza. Es llamativo que Sánchez quiera confundir al personal, puesto que desde la oposición lo único que puede hacer en este sentido es plantear una moción de censura. La cuestión de confianza es una herramienta que solamente puede plantear el Gobierno. No sé si el líder actual del PSOE desconoce este punto, o sabedor de que la militancia y los votantes que le quedan es probable que no lo sepan, juegue a confundirles. Porque lo cierto es que una moción de censura, que es lo que le correspondería hacer —y más aún sabiendo que tendría el apoyo suficiente, como ya se le ha informado públicamente por las fuerzas políticas que le acompañarían— no está entre sus opciones. ¿Por qué? Muy sencillo: porque sabe que no tiene consigo a toda la bancada de los diputados de su partido en el Congreso. Para evitarse el bochorno, prefiere no dar el paso.
Este martes ha respaldado a Francina Armengol en sus políticas lingüísticas en baleares. Y en esto yo aplaudo: tanto a Francina como a Sánchez por respaldarla. No todo iban a ser collejas. Sin embargo, este posicionamiento no es unánime en el PSOE, y algunos de sus “barones” ya andan como siempre tratando de zancadillear a Sánchez. Lambán o Page, tan amigos de sublevar a los territorios contra la dirección pedrista, se han expresado recientemente criticando las políticas lingüísticas que, según ellos, “pretenden arrinconar al castellano”.
Resulta sorprendente la persecución a la cultura, al conocimiento de idiomas, que se está produciendo —se sigue produciendo— en nuestro país. Sobre todo cuando los estudios recientemente publicados demuestran que las competencias lingüísticas de los alumnos de aquéllos territorios bilingües son, de media, mejores que las de otros territorios donde solamente se habla el castellano. O sea, que de arrinconamiento, nada. Sencillamente, algo que a mi entender debería ser un punto a promocionar en todos los territorios, esto es: el conocimiento de todas las lenguas oficiales del país. Sí, siempre lo he defendido y cada vez estoy más convencida: como madre, como ciudadana, prefiero que mis hijos puedan recibir en la escuela pública las nociones básicas de catalán, gallego, euskera en lugar de otras materias —como la religión— que considero del ámbito interno que debe fomentarse —o no— en las familias.
Recordarle a Page o a Lambán que fue el Partido Socialista quien impulsó el conocimiento y uso del catalán en Cataluña, con medidas positivas e integradoras. Señalarles que aprender idiomas es un ejercicio maravilloso que abre la mente, pero sobre todo, el corazón. Y sí, si nuestros pequeños crecieran sabiendo entender a todos los habitantes de su país, sería mucho más fácil que se creasen afectos, empatías y los puentes del diálogo fueran más fácilmente cruzados. Quizá sea precisamente porque eso es lo que se quiere evitar, que gentes como Page y Lambán pongan el grito en el cielo. Por favor, dejen de atacar al conocimiento y a las habilidades, que para más inri, ustedes desconocen.
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