El peligro del déficit
Se celebró hace unos días el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), órgano colegiado donde se reúne la Administración General del Estado con las Comunidades Autónomas, más Ceuta y Melilla. Dicho órgano es el encargado de la coordinación entre la administración central y las regionales en materia de cuentas financieras, tanto por el lado del gasto como por el lado de los ingresos, de manera que también propone y, en caso de ser aprobados, eleva al Consejo de Ministros, los acuerdos en materia de senda de déficit y deuda públicos.
Pues bien, en esta nueva sesión del CPFF, la ministra Montero relajó el cumplimiento de la senda del déficit a las CCAA en línea con los nuevos objetivos que la ministra Calviño había trasladado a Bruselas, que viene a suponer, aproximadamente, un incremento del objetivo del déficit cada año de medio punto de PIB, es decir, un incremento del déficit anual de más de 5.000 millones de euros que engrosarán directamente la deuda, que ya se encuentra en niveles del 100% del PIB. Por tanto, nos encontramos con una decisión que claramente incentiva a abandonar la poca austeridad que se había alcanzado, con el riesgo de desbordamiento preocupante de los gastos sobre los ingresos.
El problema esencial no es que se relaje el objetivo de déficit de las CCAA, que también, sino que se relaje el objetivo de déficit del conjunto de administraciones públicas, pues es la cifra macroeconómica que, al final, se emplea por parte de los analistas, inversores y conjunto de mercados para evaluar la solvencia de una economía y su capacidad de repago. Es un error manifiesto que ahora, en pleno crecimiento económico, se intensifique el gasto. Uno de los errores del Gobierno del presidente Rajoy fue no reducir el gasto público en la medida necesaria, reducción para la que, por primera vez, la sociedad española estaba concienciada al votar en las elecciones generales de 2011. Si ahora, a dicho escaso ajuste del gasto, le sumamos un incremento adicional del mismo, las cuentas se descuadrarán.
Ahora, no se notará tanto el descuadre, pero cuando la economía se ralentice al entrar en la parte baja del ciclo económico, los ingresos caerán, de manera que nos habremos quedado de nuevo con gastos estructurales que ya no son sostenidos por ingresos coyunturales. Si a ello le unimos el impacto en el pago de intereses que tendrá la futura subida de tipos, el cóctel es peligroso. Por todo ello, es imprudente y equivocado relajar la senda del déficit. Ya hemos vivido esa situación y ya sabemos el lugar al que nos lleva: la recesión.
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