No hay peor pandemia que el Gobierno
Decía Reagan que no hay frase más tenebrosa que aquella de «hola, soy el Gobierno, y vengo a ayudarte». Han pasado cinco años, y miles de fallecidos en España, y la capacidad inmoral de este Gobierno no se ha visto menguada cuando de hacer política con las víctimas se trata. La izquierda antipatria, inserta en ese movimiento autocrático llamado sanchismo, nunca desaprovecha la ocasión para convencernos de que su desaparición es la vacuna que necesita toda democracia liberal. Si los socialistas ya usaron a los muertos con el 11M, tragedia e infamia que les llevó al poder de manera indigna, ¿qué no iban a hacer con los muertos que dejó su gestión de la pandemia? El principal responsable de no cuidar a quienes dejaron su vida por falta de información y sectarismo político fue el Gobierno de PSOE y Podemos. No las autonomías, más allá de ciertas decisiones que puedan discutirse, pero que no deberían ir más allá de la toma de posición libre de cada uno. Pero los hechos obedecen a la verdad y esta es enemiga de quienes hoy dirigen Moncloa.
Henchidos de odio e ideología, priorizaron sus pancartas a la salud ciudadana y lanzaron al contagio a la muchedumbre cuando ya sabían de la letalidad de un virus, entonces desconocido. Aprovechar una tragedia para proyectar tus miserias personales en el adversario político es propio de políticos mediocres, pero impulsar y patrocinar documentales en prime time con dinero público y usar el Ministerio de Propaganda como arma para esconder la verdad y huir de tus responsabilidades penales, es de dictador en ciernes. El régimen socialista y sus medios palmeros culpan a Ayuso de lo que pasó en Madrid y articulan un documental infame que no vio nadie en los cines y nadie creyó en la televisión del régimen, que pagó para socializar el dolor cuando sabemos que el mando único y las decisiones últimas las tomaron Sánchez e Iglesias. Por aquí debe retumbar la propaganda real, porque Madrid no vivió los peores números de la pandemia, sino aquellas regiones bajo gobiernos socialistas. Y mientras la gente fallecía, Ábalos se forraba con las mascarillas y se iba de prostitutas, Illa le daba contratos a empresas amigas y los amigos de Begoña Gómez hacían negocios con el plácet del Presidente. Mas esta pandemia aún no tiene el documental que la narre.
La culpa es nuestra, por pensar que hay algo de virtud en quien considera al socialismo la mejor política habida y por haber. Cada uno de los sinvergüenzas que minusvaloró lo que fue el coronavirus forman parte del ejército de malhechores que protegen a Sánchez y su proyecto para demoler la democracia, vividores de contratos públicos y subvenciones para salir más fuertes y trincones de la progresía más abyecta y sumisa. Ahí sigue Simón sentando cátedra en libertad, cuando debería estar en prisión por priorizar los mensajes de su amo a la salud pública. Ahí continúan Broncano y Mejide, con sus programas millonarios en televisión, cuando se rieron del Covid en directo, mientras decenas de familias enterraban a sus seres queridos. Ahí permanecen todas las que fueron a la manifa del 8M con guantes, porque ya conocían lo que pasaba y, sin embargo, callaron «porque el machismo mataba más que el virus». Y ahí seguirán todos por culpa, aquí sí, de un indolente pueblo español, una oposición tan necia como negligente, cuando no cómplice, de esta distopía autocrática, y unos medios tan serviles como inservibles, responsables de ocultar la realidad a los españoles por un puñado de euros.
Aún seguimos sin saber la verdad del 11M porque el Gobierno del PSOE entonces así lo quiso. Pero sí conocemos la verdad de lo que pasó en aquella España secuestrada en sus casas y con la democracia encadenada a los caprichos y decretos de un tirano sociópata y su séquito de déspotas iletrados. No hay peor pandemia que el Gobierno, mayor virus que el socialismo ni un coronavirus tan dañino como Pedro Sánchez. Y se demuestra con cada decisión y declaración, en la que el odio y la mentira vuelven a condenar a la misma España que lleva décadas infectada por la mayor farsa de la humanidad que vive de tener la mejor propaganda de la historia. Sus documentales nos han costado.
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