Marx retrata a Iglesias
El comunista Karl Marx dejó una frase que retrata como nadie a Pablo Iglesias: «La peor pesadilla de cualquier sociedad es que los idiotas y los ignorantes lleguen al poder». En siglos anteriores, quien carecía de ilustración no era un inculto. Le bastaba con demostrar fuerza bruta, además de delirios de grandeza, para ser considerado una persona instruida. Hoy, el vicepresidente se suma al lote de aquellos sociópatas y podemos entender que el cruel maestro haya salido de la tumba para corregir a su desquiciado pupilo, pues todo cuanto toca lo convierte en desastre. No insinúo que sea gafe, que lo es, quiero decir que mientras tal fantoche siga en el Gobierno, en España no habrá futuro y, de haberlo, olerá a tufo chavista.
Iglesias sufre amnesia. Olvida que esta Navidad van a cumplirse 25 años desde que el 25 de diciembre de 1991, el secretario general del Partido Comunista y gran presidente Mijail Gorbachov, certificó el desmoronamiento de la Unión Soviética, dando por finiquitado el comunismo y marcando el fin de una época absolutamente macabra. Habría que volver a los infames días de Lenin, a las malditas noches de Stalin, verdugos de manual psiquiátrico que soñaban con eliminar la democracia y todo pluralismo, a través de la violencia de Estado. Iglesias se ríe de las lecciones que da la historia, comanda una horda compuesta por gentuza e inventa un nuevo tipo de comunismo que sólo pretende acabar con Sánchez y dividir a España. El más inútil y peligroso politicastro sueña con ser un dictador. ¡Hay que joderse!
Enumeremos sus aportaciones a la democracia. Querer cargarse al Rey y, ya de paso, a la Monarquía. La muerte de 20.000 ancianos en residencias bajo su mando. Permitir que la cajera de Igual-da, siga promocionando sandeces. Contribuir, con el inestimable apoyo de sus compinches separatistas, a redactar unos Presupuestos irreales, por no decir de carcajada, sin planes de crecimiento, que la UE mandará a dique seco y los fondos no llegarán ni a Irún. Sugerir que Hacienda debe inventar una norma inaudita para que la Inspección entre en los domicilios sin avisar. Acabar con el perfecto y eufónico castellano. Desde que Iglesias entró en Moncloa, todo hiede a censura, pura y dura. Ojalá que los ministros cuerdos le frenen e impidan que transforme España en un estado totalitario.
Lo último que se ha sacado de la manga el sarraceno es el “Comité de la Verdad” para controlar a los medios libres. Sus necedades, más bien atrocidades, dejarán sin aire a los autónomos, a los empresarios, a los sanitarios, al Ejército, a la Guardia Civil, a la Policía, al mundo del toro, a los jueces, a los fiscales, a pescadores y labradores, sólo él y Dina se salvarán de la hecatombe. Por fortuna para el resto de españoles, su padrino, Sánchez, a través de su máquina de bulos, se ocupa del Covid en sus horas libres. Y así nos va.
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