Calumnia que algo queda
Los políticos independentistas han hecho de su golpe a España una falacia abyecta de la que les será muy difícil salir indemnes. El recorrido de los reporteros de OKDIARIO por varios centros sanitarios de Barcelona deja al descubierto una de las falsedades más graves: han tratado de criminalizar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a través de supuestos heridos que en realidad no existen. Mientras el Govern hablaba de más de 800 afectados por las cargas de guardias civiles y policías, la realidad es que los sanitarios admiten que los partes de lesiones no existen y que, salvo dos hospitalizados graves, «se manipula lo que haga falta» para cumplir con las exigencias del procés. De nuevo la mentira como arma política para tratar de engañar a la sociedad. Una treta repetida a lo largo de la historia que han puesto en práctica toda clase de regímenes totalitarios, políticos mediocres y dirigentes que fueron enemigos cerriles de los principios democráticos.
No obstante, los golpistas han sido tan cutres en el fondo y en la forma de su ataque que ni siquiera sus medios afines pondrán cubrir esta colección de falsedades. Esta vez, el lema del propagandista más sórdido de la historia, el nazi Joseph Goebbels, no conseguirá su fin, ya que en esta ocasión «una mentira repetida mil veces» no pasará por verdad. Por mucho que Puigdemont y sus acólitos traten de adulterar la realidad de los hechos, este periódico les ofrece las pruebas gráficas y sonoras que desactivan cualquier intento de engañar a los ciudadanos. Para la historia quedan ya las numerosas personas que pudieron votar hasta en tres centros electorales diferentes con el mismo Documento Nacional de Identidad o, incluso, con un DNI falso.
De hecho, todo el mundo pudo ver a niños votando en colegios sin interventores. Centros que incumplían cualquier norma básica y necesaria para alumbrar un proceso creíble. El relato falso e ilegal del 1 de octubre no se impondrá a la verdad ni a la legalidad vigente. El Gobierno no debe permitir que Puigdemont le impute sistemáticamente delitos como»la brutal violencia policial» o «la vulneración de derechos fundamentales» cuando son totalmente falsos. Basta ya de tratar de legitimar un golpe de Estado prohibido por el Tribunal Constitucional a base de mentiras y tratando de criminalizar a servidores públicos que sólo hicieron su trabajo. Labor impecable, por otra parte, a pesar de las manifiestas dificultades que sufrieron por la inacción de los Mossos.
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