El asedio del Gobierno a Madrid
Hace unos días se iniciaba una campaña con la que el Gobierno estaba intentando desviar la atención de su mala gestión en la doble crisis del coronavirus -sanitaria y económica- al señalar a la Comunidad de Madrid como si fuese el origen de todos los males. Iglesias anunciaba que Madrid no pasaría de fase horas antes de que se reuniese el secreto comité de expertos monclovita. Lastra, momentos después de que dicho comité no defraudase al vicepresidente podemita, decía que estaban protegiendo la salud de los madrileños. Es decir, venía a reconocer que la decisión había sido política, no técnica del grupo secreto. El PSOE se lanzaba a difundir mensajes criticando la gestión de la Comunidad de Madrid -debe de ser que levantar un hospital de campaña, como el de Ifema, en dieciocho horas es gestionar mal, pero que no conseguir test para realizar a la población y que los pocos que se compran sean defectuosos, es hacerlo bien: sorprendente patrón de medida el socialista- y lo remataba Simancas diciendo que si España tenía tantos fallecidos y contagios se debía a que Madrid estaba en España, que era la culpable del descalabro patrio. Curiosa reflexión la del antiguo secretario general de los socialistas madrileños. Probablemente, lo hace desde la amargura y frustración por quien se creía ya presidente regional hasta el punto de encargarse una docena de trajes y verse después dejado en la estacada por la venganza de dos diputados de su partido como consecuencia del reparto de carteras que Simancas ofrecía entonces a IU, en concreto, la consejería de Justicia, tal y como apareció entonces en la prensa.
En el momento en el que escribo todavía no se sabe con seguridad si el Gobierno va a autorizar que la Comunidad de Madrid pase a la fase I del plan de reapertura (que el Gobierno llama de “desescalada”), aunque todo apunta a que no lo va a hacer por lo que ha trascendido de la primera reunión. Si al final pasase Madrid -que se sabrá ya cuando se publique este artículo- sería una sorpresa, no porque no reúna sobradamente los requisitos para pasar de fase, sino porque desde el principio ha quedado claro que los criterios no son técnicos, sino políticos.
Así, mientras se dejaba fuera a Granada, se le permitía a Vizcaya pasar de fase, pese a contar con mejores guarismos la provincia andaluza que la vasca. A Madrid se le impedía el pase porque le exigían reforzar la asistencia en atención primaria e incrementar la capacidad de la realización diaria de test. Madrid registra un importante descenso en el número de hospitalizados (casi un 90%) y en el de ingresados en UCI’s (un descenso de casi el 75%) y con una inmunidad mayor que en el resto de España. Adicionalmente, Madrid cuenta con una amplia red de hospitales públicos -con una gran red de refuerzo privada si es necesario-, y una capilaridad incomparable en toda España en centros de salud de atención primaria -por cierto, Esperanza Aguirre construyó 12 hospitales nuevos y 100 nuevos centros de salud; imaginemos qué habría pasado ahora si no existiesen-. La región madrileña pudo levantar un hospital de campaña en menos de un día con capacidad para atender a más de cinco mil pacientes. Tiene una sanidad puntera en el mundo, a la que acuden ciudadanos de toda España para tratarse las más complicadas enfermedades. ¿De verdad el Gobierno puede hacer creer que Madrid tiene debilidades sanitarias? No hay ninguna otra comunidad autónoma que cuente con tan sólida infraestructura sanitaria, y mucho menos una provincia, que es el ámbito administrativo en el que se mide todo esto. Si se habla de capacidad de reacción, ninguna otra provincia en España tiene la capacidad que tiene Madrid, ni de lejos.
Por tanto, son criterios políticos, no técnicos, los que impidieron que Madrid pasase de fase hace una semana. Y si cuando el lector lea este artículo se ha vuelto a dejar fuera a Madrid, se deberá, de nuevo y con más fuerza, a motivos políticos, pues si hace una semana podía pasar, ahora todavía más, ya que la situación madrileña ha seguido mejorando.
El Gobierno asedia a la Comunidad de Madrid. Al igual que no tiene ningún plan sensato, racional o moderno para la crisis sanitaria y para la económica, al seguir las prácticas medievales del encierro en casa como única medida contra el virus, mientras arruina la economía a cada instante, con Madrid también parece querer aplicar más medidas medievales, como el cerco y asedio. Como la región madrileña es incómoda porque demuestra que hay otra gestión posible, no sólo atacan a la presidenta Ayuso, sino que quieren rendir Madrid por hambre, pues el impedir que se reactive la economía madrileña todavía menos que la del resto de España provocará una destrucción del tejido empresarial madrileño muy intensa, con la eliminación de muchos puestos de trabajo.
Hay un abanico de cuatro escenarios según el Gobierno de la Nación reabra la economía, tanto a nivel nacional como madrileño, parecidos, lógicamente, pues la región madrileña es casi una quinta parte de la economía nacional. En el primero, siendo la caída intensa se podría rebotar con fuerza y caer en 2020 un 5,6%, que dadas las circunstancias sería hasta una cifra que minimizaría el quebranto. Para eso, habría que abrir ya todo, cosa que no parece que vaya a suceder. Otro escenario, con una caída de algo más del 8% se alcanzaría abriendo el turismo, comercio, ocio y hostelería en junio, que si se fuese a septiembre haría descender a la economía algo por encima del 12%, y si se cumpliese lo dicho por la ministra de Trabajo y no se reabriesen esas ramas de actividad hasta diciembre, la caída se quedaría cerca del 18%.
Pues bien, sin ser exactos la destrucción de actividad y empleo por semana, pues hay que manejar en las estimaciones períodos más amplios, ya que no se trata sólo de una cuestión de días, sino de si la resistencia de las empresas ha llegado ya al límite, con lo que un simple día puede ser determinante, o a lo mejor tres semanas, sí que sabemos que cuanto más se retrase la reapertura más se deteriorará la economía y más puestos de trabajo se perderán. Como digo, aunque no es exacto, si podemos extrapolar una media semanal, siempre como media: si el retraso hace que se pase del escenario 2 (-8,18% de PIB) al 3 (-12,26%), por cada semana adicional de retraso en la reapertura, siempre en media, se perderían 750 millones de PIB y 19.000 empleos (ó 107 millones y 2.700 empleos en media al día). Y si el Gobierno intensifica su asedio a Madrid, entonces se abandonaría toda esperanza de que la economía se moviese en el segundo escenario y pasase a moverse entre el tercero (-12,26% de PIB) y el cuarto (-17,81% de PIB), de manera que cada semana adicional de retraso en la reapertura provocaría que Madrid perdiese semanalmente, siempre en media, insisto, 1.025 millones de actividad y 27.000 empleos (ó 146 millones y 3.900 empleos en media al día).
Antes, en el medievo, se cercaba una plaza para rendir por hambre y por sed, y ahora el Gobierno asedia a Madrid para rendirla por estrangulamiento económico y financiero que, al fin y al cabo, desembocará en pérdida de actividad económica, prosperidad y empleo, causando dramáticas situaciones de necesidad en los madrileños y, por el efecto tractor de la economía madrileña, en todos los españoles, que puede llevar a que muchas familias no puedan ni siquiera comprar alimentos.
El Gobierno debe rectificar y permitir que Madrid reabra y, además, debe acelerar la reapertura de toda España, incluyendo Madrid, porque al ritmo propuesto por el Gobierno, tras el virus va a venir, entonces, la ruina.
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