Quién pagó la cuenta y quién veló por su seguridad: así ha sido el adiós a Marbella de Tiffany Trump
El jueves, a las 12 de la mañana, Tiffany Trump daba por finalizados los días de descanso que ha pasado en Marbella. Unas vacaciones que han estado marcadas, además de por el romanticismo de un viaje compartido con su novio, Ross Mechanic, por el hermetismo, el secretismo y fortísimas medidas de seguridad.
Poco antes del medio día, cuatro escoltas norteamericanos, otros tantos más policías españoles, la seguridad del hotel y varios chóferes, esperaban a las puertas del hall principal del Hotel Puente Romano a dos huéspedes muy especiales que estaban ocupando la habitación ‘Ronda’: la hija menor del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su compañero sentimental.
La pareja ha disfrutado desde la tarde del lunes -día que llegaron a la famosa villa de la Costa del Sol- de una deliciosa cena en el chiringuito Trocadero, han caminado por el paseo marítimo al anochecer, se han acercado al restaurante Paco Jiménez, en la Plaza de los Naranjos, para degustar el típico “pescaíto frito”, y han visitado la Art Gallery Van Gestel del casco antiguo.
Contentos con su estancia en una localidad que también enamoró a Michelle Obama, Tiffany y Ross pusieron rumbo al aeropuerto no sin antes pagar la cuenta del hotel, algo de lo que se encargó Mechanic y que ascendía a una elevadísima cantidad.
Tiffany con su madre y su novio / Gtres
El seguimiento por parte de los escasos paparazis allí apostados fue imposible. Los guardaespaldas de la hija de Trump no permitían que se acercara ningún coche, ni adelantar, ni circular en paralelo. Los escoltas venidos del otro lado del charco disponían de un par de vehículos del Cuerpo Diplomático, sumados a los tres de los miembros de los cuerpos de seguridad nacionales y dos furgonetas en las que viajaban los jóvenes y sus maletas.
Toda esta parafernalia de prevención, lógica al tratarse de un miembro directo de la familia Trump, impidió ver aunque fuera de refilón a la guapa hija de la actriz Marla Maples, expareja de Donald.
Tampoco su habitación era una de las que tienen vistas al mar, por estar más expuestas. Su alojamiento estaba situado en el centro de las instalaciones y lejos de las miradas de curiosos.
Según testigos presenciales, la pareja ha estado montando en motos de agua poco después de su llegada, pasándolo de maravilla. Por eso, y por lo bien que se han sentido tratados, han prometido repetir.