Más pasarela que púlpito: Yolanda Díaz vuelve a tensar el ‘dress code’ del poder
Yolanda Díaz ha participado en un coloquio organizado por el Club Siglo XXI en Madrid
Yolanda Díaz ha vuelto a ocupar titulares por su elección de estilo
El estilo de Yolanda Díaz se ha convertido en un elemento estratégico


La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha vuelto a ocupar titulares, esta vez no tanto por sus declaraciones o medidas políticas, sino por su elección de vestuario en un acto institucional que pedía otras coordenadas estéticas. En esta ocasión, la líder de Sumar ha participado en un coloquio organizado por el Club Siglo XXI en Madrid, junto a los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, en un foro centrado en el diálogo social, el empleo y los retos laborales del país. Sin embargo, la conversación se ha visto inesperadamente desbordada por un estilismo que no ha pasado desapercibido a ojos de la crónica social.
Yolanda Díaz ha aparecido con un conjunto que ha generado tanto comentarios como desconcierto: pantalones anchos de corte palazzo en un llamativo azul celeste, combinados con un top tipo corsé sin tirantes del mismo tono, ajustado y con botones visibles en la parte frontal. En la mano, una americana roja de doble botonadura que no ha llegado a ponerse, y como remate, unas sandalias rojas de tacón fino y unos maxi pendientes florales también en azul. El conjunto se completa con un bolso shopper marrón oscuro, aparentemente neutro pero que añade una cuarta textura cromática a un look ya bastante cargado.
Yolanda Díaz por las calles de Madrid. (Foto: Gtres)
¿Es esto un problema? Depende. La política, como bien sabe Díaz, es también comunicación no verbal. Su estilo se ha convertido en un elemento estratégico, una herramienta para reforzar su identidad propia dentro del tablero institucional. A diferencia de la sobriedad monocromática de otras ministras o del clasicismo algo desfasado de algunas figuras del ala socialista, Díaz ha cultivado un estilo más audaz, consciente de que la estética también transmite posicionamientos. El problema surge cuando esa estrategia visual empieza a chocar con el contexto y los códigos no escritos de determinados escenarios.