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El príncipe Andrés lleva en el punto de mira de la opinión pública y de su propia familia desde hace tiempo. Su relación con Jeffrey Epstein, la desastrosa entrevista con la periodista Emily Maitlis y la posterior denuncia de Virginia Giuffre han puesto al duque de York en una tesitura más que complicada. A pesar de que llegó a un acuerdo con la norteamericana, su inocencia nunca ha podido quedar demostrada y, por tanto, no ha podido retomar su papel dentro de la Familia Real.
El príncipe Andrés junto al príncipe Carlos en un acto. / Gtres
Tras la muerte de la Reina Isabel trascendió que la monarca, que tenía una relación muy especial con su tercer hijo, tenía algunos planes para que Andrés pudiera retomar, de alguna manera, su vida institucional. Sin embargo, el fallecimiento de la longeva soberana el pasado mes de septiembre dejó al duque de York sin apoyos, más solo que nunca, al menos, de cara a la galería.
Aunque Andrés ha reclamado a su hermano, el actual rey Carlos, algún tipo de rol, es consciente de que son muchos más los inconvenientes que las ventajas, sobre todo para la Corona. Algo que el nuevo monarca no está dispuesto a permitir. Carlos quiere una monarquía libre de polémicas -en la medida de lo posible-, con vocación de servicio, y útil para los ciudadanos. Una tarea complicada en la que los príncipes de Gales juegan un papel fundamental.
El príncipe Andrés con la Reina Isabel II. / Gtres
Mientras que el Rey y su esposa representan, en cierta medida, una institución algo caduca, Catalina y Guillermo son el futuro. Ellos tienen unos índices de popularidad muy superiores al del propio rey que, no obstante, cuenta con la aprobación de un amplio sector de la población.
La imagen familiar, discreta y natural de los príncipes de Gales es lo que más ayuda a que conecten con la población, sin embargo, la realidad es que, de puertas para dentro, Guillermo y Catalina son un ‘equipo de hierro’ que tiene una importante misión de cara a la supervivencia de la institución. En especial, el heredero tiene muy interiorizado que el deber está por encima de cualquier cosa, algo en lo que coincide con su abuela, la Reina Isabel.
En esta tesitura, tanto el duque de York como el príncipe Enrique se han convertido en dos elementos incómodos. El tema de los duques de Sussex es muy complejo para la Corona, pero el de Andrés está siendo, por ahora, más sencillo de resolver. La Corona le ha dado la espalda, por una cuestión práctica y de supervivencia, pero no así su familia. Primero la Reina Isabel y más tarde, el propio Carlos, no le han cerrado nunca las puertas, aunque es cierto que el actual monarca ha sido más duro con su hermano, sobre todo, de cara a la galería.
Hace algunas semanas, justo antes de la coronación, trascendió que Carlos III había ofrecido a Andrés la residencia de Frogmore Cottage en Windsor, tras confirmarse que se había pedido a los duques de Sussex que dejasen la propiedad. Al parecer, Andrés no estaba dispuesto a dejar atrás el Royal Lodge, donde reside desde hace varios años y aún a día de hoy, el duque de York se resiste a decir adiós a la que ha sido su casa y que tiene para él un significado muy especial.
El príncipe Guillermo y el duque de York juntos en un acto. / Gtres
Se ha hablado mucho de los motivos por los que Carlos ha pedido a su hermano menor que abandone el Royal Lodge y se apunta, sobre todo, una cuestión económica, ya que sin la subvención de la Casa Real, el duque de York no puede hacer frente a los gastos de mantenimiento de la propiedad. Sin embargo, hay más motivos detrás de esta petición, que ponen en el punto de mira directamente al príncipe Guillermo.
Poco antes de la muerte de la Reina Isabel, los entonces duques de Cambridge se mudaron a Adelaide Cottage, una modesta propiedad en Windsor, muy cerca de Frogmore Cottage. Una residencia más que discreta, en la que ni siquiera hay capacidad para la niñera de los hijos del matrimonio. Un movimiento que fue muy alabado en su momento, por el perfil bajo de la pareja.
La Reina Isabel en una imagen de archivo en el Royal Lodge. / Gtres
Sin embargo, algunas fuentes apuntan a que podría ser el príncipe de Gales el que estuviera detrás de la orden de desalojo del príncipe Andrés. El Royal Lodge, además de ser una propiedad mucho más grande, era el hogar de la Reina Madre, a la que el rey Carlos estaba muy unido. Una residencia oficial emblemática que, sin lugar a dudas, está más que a la altura de los nuevos príncipes de Gales, que podrían estar ya pensando en trasladarse allí. Solo hay que esperar a que el monarca concluya la salida de Andrés para ver si realmente Guillermo y Catalina se trasladan al Royal Lodge, un movimiento para el que, según parece, el príncipe de Gales lleva tiempo presionando a su padre.