Camille Gottlieb, la heredera invisible de Grace de Mónaco
De patito feo a cisne. Camille Gottlieb siempre había vivido a la sombra. A la hija menor de Estefanía de Mónaco le había tocado jugar el papel de la ‘menos afortunada’ de la familia Grimaldi, no solo por su físico, alejado de los cánones imperantes en la Casa, sino también por sus propias circunstancias personales que le han hecho quedar fuera de la línea de sucesión.
Frente a sus hermanos, cuya legitimidad quedó garantizada gracias al matrimonio de Estefanía con Daniel Ducruet, el de Camille es un caso diferente. Aunque es una más de la familia, su madre nunca se casó con su padre y, por tanto, su nombre queda excluido de la sucesión. Sin embargo, con el nacimiento de los mellizos Jacques y Gabriella poco importa quiénes tienen posibilidades de llegar al trono, la herencia de Alberto de Mónaco ya ha quedado asegurada.
Camille siempre ha sido una niña diferente, igual que lo es la pequeña Alexandra de Hannover aunque no en igual medida. La hija menor de Estefanía nunca ha derrochado el glamour propio de Mónaco y que encarnan a la perfección su prima Carlota, su tía Carolina, su hermana Pauline e incluso Tatiana Santo Domingo y Beatrice Borromeo. Su físico voluptuoso y exuberante la ha convertido en continuo foco de críticas a las que ha hecho caso omiso, pero que han provocado que siempre haya preferido mantenerse en un discreto segundo plano. La joven no acapara las miradas como ocurre en el caso de Carlota, a quien siempre se ha considerado la heredera de Grace Kelly o incluso su hermana Pauline, que ya apunta maneras de ‘it girl’.
Tan rebelde como su madre, Camille siempre ha hecho oídos sordos a las críticas sobre su físico. La joven, como cualquier chica de su edad, utiliza las redes sociales para compartir momentos de su vida y no tiene problemas en colgar imágenes en traje de baño que en muchas ocasiones han provocado comentarios desagradables que no han hecho mella en su carácter. Pese a esto, en los últimos tiempos se aprecia un profundo cambio en ella, una metamorfosis hacia la edad adulta que, inevitablemente nos hace mirar hacia el pasado, hacia su abuela, Grace Kelly.
La Camille de hoy es cada vez más parecida a su abuela materna. Mucho se ha hablado de que Carlota Casiraghi es la heredera del estilo y el glamour de la actriz, sin embargo, Camille tiene todos los atributos para convertirse en su auténtica sucesora. Su cabello rubio, sus profundos ojos azules que transmiten serenidad y sus labios carnosos recuerdan de manera inmediata a la Grace Kelly de la etapa anterior a convertirse en princesa.
El patito feo no solo se ha convertido en cisne, sino que ha pasado a ser el cisne más bello del pequeño principado. Rebelde, con carácter y las ideas claras. Camille Gottlieb no es princesa por derecho ni por título, pero sí que lo es por actitud. Aún le queda mucho por decir.