Andrée de la Bigne: la ‘falsa condesa’ que dejó sin herencia al duque de Edimburgo
La joven actriz fue la amante del príncipe Andrés de Grecia en los últimos años de su vida.
Alicia de Battenberg fue una de las figuras clave en la Europa del siglo XX. No solo por ser la madre del duque de Edimburgo, sino por su destacada labor caritativa. Sin embargo, la suegra de la reina Isabel no fue la única mujer en la vida de su marido. Aunque no hay mucha información al respecto, hubo un nombre que puso en jaque a la familia del actual consorte británico y cuya historia guarda cierto paralelismo con lo que está ocurriendo ahora con los duques de Sussex. Se trata de Andrée Godard una de las mujeres más famosas de Francia, primero conocida como la actriz de Hollywood Andrée Lafayette y más tarde como la condesa Andrée de la Bigne. Godard fue, durante un tiempo, la amante del príncipe Andrés de Grecia, padre de Felipe de Edimburgo.
El príncipe Andrés de Grecia en una imagen de archivo / Gtres
A pesar de que murió a los ochenta y tres años en un hospital de Francia y que su fallecimiento pasó casi inadvertido -de hecho, no se sabe dónde está sepultada-, Godard fue una de las mujeres más influyentes de su tiempo. Hija de un conductor de trenes y nieta de una de las prostitutas más populares de París, Andrée fue la responsable de despilfarrar la herencia del padre del duque de Edimburgo. Una cifra cercana a las 600.000 libras. En el momento en el que el príncipe Andrés abandonó el hogar familiar a principios de la década de los años treinta, Godard fue quien le acompañó. En esa época, Felipe apenas tenía ocho años y aunque pasó gran parte de su infancia en internados y casas de familiares, cada año visitaba a su padre y Andrée ejercía como madrastra.
El padre de Felipe de Edimburgo tuvo un final de vida complicado / Gtres
Para el padre del duque de Edimburgo, la actriz era un consuelo en la última etapa de su vida. Joven, de belleza espectacular y cabello rubio, eran muchos quienes la alababan. Aunque ofreció su apoyo y su cariño al príncipe Andrés a finales de su vida, lo cierto es que se cuenta que también fue la responsable de que ‘desapareciera’ su patrimonio.
En diciembre de 1944, después de regresar de fiesta en Marsella, el príncipe Andrés se falleció de insuficiencia cardíaca a los 62 años. Su médico le había diagnosticado arteriosclerosis y latidos cardíacos irregulares, y le aconsejó que se tomara las cosas con calma, sin embargo, nunca le hizo caso. Hacía cinco años que no veía a su hijo, que se encontraba entonces embarcado en el buque “Whelph”: “Muy desconcertado y afligido al enterarme de la muerte de tu padre, y te envío toda mi más sincera condolencia. Se ha recibido lo siguiente de tu madre: Te abrazamos con ternura en nuestro dolor común”, decía el telegrama que recibió el consorte de su tío.
El duque de Edimburgo con su madre / Gtres
Según relatan su biógrafo, Andrés falleció arruinado. Murió “con solo un chelín en el bolsillo y la ropa que tenía puesta”. Cuentan que cuando el duque Felipe de Edimburgo llegó a Mónaco a recoger las pertenencias de su padre solo quedaban una brocha de afeitar y un anillo. Sí quedaban una importante cantidad en deudas con bancos, prestamistas…. Todo lo que quedaba era una suma de capital de £ 13.525. Un juez falló a favor del joven príncipe, aunque la sentencia nunca se hizo pública, para que la Andrée devolviera las posesiones. Sin embargo, se cree que es poco probable que devolviera algo. La Condesa -título que decidió ponerse aunque no tenía derecho a él ni existía en el Anuario de la Nobleza de Francia- pasó parte de su vida en un espectacular apartamento en París, así como disfrutó de vacaciones en la zona de Calvados.