Isabel Pantoja madre se encierra en Cantora; la artista saca disco
Kiko Rivera estallaba esta semana en televisión y confirmaba las diferencias con su madre a la hora de disponer de su herencia paterna. Reclama compresión materna y no la de Pantoja artista. La fractura familiar es un hecho. La cantante se encierra en Cantora y saca disco.
Isabel Pantoja nunca pensó en vivir un enfrentamiento público con Kiko, su primogénito, su hijo del alma, el que tuvo con su marido, Francisco Rivera ‘Paquirri’. Siempre han sido uno en los medios, unidos a muerte frente a quien dijera algo en contra del otro. La herida parece seria y no viene de una discusión, sino de un cruce de reproches que los enfrenta en lo más profundo. Se adoran, pero se culpan sin piedad. En el centro de la crisis, los caracteres y circunstancias de cada uno, decisiones enfrentadas y la herencia de Paquirri. Cada uno por su lado, tirando de una cuerda que ha terminado por romperse en directo. Seguro que llegarán a entenderse de nuevo, pero, de momento, la leña arde más que nunca. Isabel, la madre, hundida emocionalmente ha decidido encerrarse una vez más en Cantora. Su hijo, aislado en casa por cuarentena preventiva. La artista saca nuevo disco.
Kiko Rivera e Isabel Pantoja / Mediaset
Cuando hablé con Pantoja tras la entrevista de la gran depresión en ‘Sábado Deluxe’, encontré a una mujer sobrepasada, castigada por la realidad familiar y con huella profunda de todo lo que ha vivido en los últimos años. No pronuncia la palabra cárcel, pero eso no saca aquellos días oscuros de su mochila, aún por deshacer, cuatro años después. Si Kiko Rivera da muestras de no encontrarse en un buen momento anímico por las dificultades económicas, las secuelas de su adición y los problemas de entendimiento con su madre, de los que esta semana ha dado detalles definitivos, Isabel Pantoja habla con una angustia que bien encajaría en un diván. Es mi percepción y se lo dije. Le iría bien vaciar esa mochila con ayuda profesional. Ni las adicciones de su hijo se curan con nueve días de aislamiento en una casa familiar, ni una condena judicial con pena de 2 años de cárcel se asimila al volver a casa y publicar un disco.
“¿Qué le pasa a mi hijo?”, me repitió varias veces durante una llamada telefónica que ha sorprendido a muchos. Como periodista he sido muy crítica con Pantoja, como persona no la he tratado. No es mi amiga. Me ha tenido siempre en frente, en el núcleo duro. Nunca le he bailado el agua, pero a la hora de trabajar solo me importa el mensaje, el relato, los datos. Decidí llamarla. Escuché su lamento, sus razones, cómo se sentía. ¿Si hubiera sido un periodista afín, sus argumentos hubieran sido diferentes? Aquí el mensaje es lo que importa, es la base de la información. La otra parte puede rebatirla o confirmarla. Kiko ha negado la mayor: su madre no le ha prestado el dinero que dice y ha confirmado que le pidió poner en venta la finca Cantora, de 370 hectáreas, que su padre compró a finales de los sesenta. Es su herencia paterna y con falta de ingresos y tres hijos en el mundo, entiende que sería una solución tanto para sus problemas económicos como para los de la propia Pantoja. No, a Isabel el trabajo no le va nada bien tampoco. La pandemia ahoga y Hacienda aprieta.
Rivera asegura que su madre no sólo se opone a la venta de Cantora, sino que le plantea quedarse con su otra propiedad, un loft en San Sebastián de los Reyes de algo más de 78 metros cuadrados y una terraza de 11 m2, que compró en septiembre de 2009. Él no puede pagar desde hace tiempo las cuotas de la hipoteca de 338.000 euros que pidió entonces. Le quedan algo más de 100.000 euros pendientes. La artista le plantea, según ha explicado el mismo Kiko, pagarle las cuotas restantes a cambio de ponerlo a su nombre, mejor dicho, a nombre de una sociedad. Pregunté a Isabel por ello, antes de que Kiko hablara públicamente y me lo confirmó. “Mi hijo no lo quiere para nada”, sin embargo, él ha declarado que lo que quiere es venderla. Haría algo de dinero y se quitaría un problema. Está claro que no se entienden.
Cantora / Gtres
El hijo puso a disposición de la madre su parte actual de la finca Cantora (47,60%) para que pudiera pedir una hipoteca de 2,7 millones de euros en 2002. Después, en 2015, una unilateral con Hacienda para la que se necesitaba la totalidad de la finca como garantía. Ahora, 5 años después, le plantea venderla (la finca está tasada en algo más de 4 millones de euros). Es su herencia; su madre dispone de otros bienes, como, por ejemplo, una casa en Sevilla. Algunas voces me explican que Pantoja prefiere ayudar a su hijo poco a poco, controlando, y no que disponga de mucho dinero de golpe, por sus antecedentes de adicciones.
Fue este verano, un día en Cantora cuando comenzó la discusión. Kiko venía rumiando la idea tiempo atrás: vender la finca que heredó de su padre y en la que viven su madre, su abuela y su tío Agustín desde que la artista dejara Marbella tras su detención en mayo de 2007 en la segunda fase de la operación Malaya. La artista rompió con su pareja de entonces, el exalcalde Julián Muñoz, encarcelado un año antes, y se instaló en Cantora, lejos de todo. Han sido incapaces de resolverlo en familia y por eso, las lentejas que dejó plantadas a su madre por la entrevista en Deluxe, no se servirán por un tiempo, hasta que se decidan a hablar frente a frente, a solas y con el corazón. El hijo reclama a la madre que hay en Isabel, recuerda públicamente que la adora, pero siente que su madre “no está”. La artista no le sirve. El mensaje de Kiko es claro. Ambos tienen sus razones. Igual le toca a Pantoja escucharlo, pensarlo bien y hacer autocrítica, si le cabe.
La madre no tiene intención de ir a verlo y le espera en casa. La artista, acaba de presentar su nuevo disco, una recopilación con el título de “Canciones que me gustan”. Con una fotografía de portada muy retocada y una cascada de orquídeas blancas en el pelo, en formato CD-libro, Pantoja entona una curiosa selección de éxitos clásicos: “Esta es mi vida”, “El Mundo”, “Que me perdonen los dos”, “A mi manera”, “Extraño tus ojos” “Errado “y “Te esperaré”. Muy ad hoc.