REDES SOCIALES

La cruel relación de Lorena Gómez con su cuerpo: "Me pesaba de espaldas a la báscula"

La cuñada de Pilar Rubio comparte por primera vez su experiencia con los trastornos de la conducta alimentaria

Con los expertos Carmina Carrazoni y Alberto Oliveras descubrimos qué hay detrás de un TCA y cómo se supera

No es querer estar delgada, es no saber cómo estar bien

Lorena Gómez en una foto de archivo. (Gtres)
Lorena Gómez en una foto de archivo. (Gtres)
  • Rosa Torres
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Lorena Gómez, cantante y ganadora de Operación Triunfo 2006, ha decidido hablar con valentía sobre una de las etapas más oscuras de su vida: el trastorno de la conducta alimentaria (TCA) que sufrió en su juventud. Además de su trayectoria artística, está unida a una de las familias más conocidas del país: está casada con René Ramos, hermano del futbolista Sergio Ramos, con quien tiene un hijo.

En el pódcast de Tania Llasera, compartió cómo la inseguridad corporal se instaló en ella desde muy joven. “Siempre me he visto gordita, más grande que el resto de mis amigas, que eran todas delgadísimas y monísimas. Yo deseando hacer una 34 en mi vida y hacía una 40… pues es lo que hay”, confesó. Ese complejo no era una simple percepción, sino la puerta de entrada a una enfermedad silenciosa. “Me da muchísima pena aquella niña”, dijo con emoción al recordar su adolescencia.

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La presión estética afectó profundamente su salud mental. “A mi madre la hice sufrir muchísimo, a mi familia también. Gracias a Dios, no tuve que hospitalizarme nunca.” Tal era su miedo al peso, que ni siquiera se atrevía a mirar la báscula: “Tenía un médico que me pesaba de espaldas porque no podía enfrentarme a ese número. A mi psicóloga le preguntaba cuándo me iban a decir que estaba más delgada y ponerme feliz”. Cuando se le preguntó si había superado el trastorno, la respuesta fue tajante: “No lo superas nunca.”

Este testimonio reabre un debate necesario: ¿estamos normalizando al fin una conversación urgente, o corremos el riesgo de trivializar un problema profundo?

Detrás del TCA: no es la comida, es el dolor

Hablar de un TCA no es hablar solo de comida o de peso. Es hablar de culpa, control, angustia, autoestima y presión social. Así lo explica Carmina Carrazoni Quiralte, dietista-nutricionista especializada en alimentación saludable y salud mental: “Un Trastorno de la Conducta Alimentaria es un problema de salud mental que afecta la relación con la comida, la imagen corporal y el control del peso. Interfiere profundamente en la salud física, mental y social de la persona.”

La imagen de una persona que “quiere adelgazar” apenas es la punta del iceberg. “Aunque se expresa a través del comportamiento alimentario, su origen es multifactorial: intervienen factores genéticos, psicológicos, familiares, sociales y culturales. No va solo de lo que se come o se deja de comer, sino de lo que la persona siente, cómo se valora y cómo se ve”, añade Carrazoni.

El problema es que no siempre se manifiestan con signos evidentes. Muchas veces, los TCA se esconden bajo la apariencia de “hábitos saludables”, pero la clave está en el sufrimiento que generan. “Si lo que se come o se deja de comer ocupa buena parte de los pensamientos del día, si se evitan comidas sociales de forma sistemática, si se siente la necesidad de compensar todo lo que se ingiere con ayunos prolongados, ejercicio extenuante, vómitos inducidos o abuso de laxantes… ahí ya hay señales de alarma, advierte la especialista.

Redes sociales: ¿referentes o trampas?

Aunque las plataformas digitales han ayudado a visibilizar los TCA y han creado espacios de apoyo, también pueden convertirse en un detonante, especialmente entre jóvenes. Ahora que parece que se están normalizando todo tipo de cuerpos, las redes siguen empujándonos a la perfección: cada día vemos cuerpos más perfectos (y retocados)”, advierte Carrazoni.

El problema no es solo el modelo estético, sino cómo se presenta:
“Imágenes filtradas y estudiadas que no muestran cuerpos reales, sino versiones idealizadas que se venden como naturales y alcanzables. Y no lo son.” Esta ficción visual alimenta la comparación constante y mina la autoestima, sobre todo en quienes ya son vulnerables. “No estamos viendo la realidad, estamos viendo una puesta en escena.”

Voces con peso propio: el papel de los referentes

Alberto Oliveras, nutricionista y CEO de The Crew 140, ve a diario los efectos de este entorno tóxico en su consulta: personas que llegan creyendo que su situación es única, sin saber que no están solas. El hecho de que haya tanta información genera también mucha desinformación. Habla gente que no sabe, y hay que tener mucho cuidado: estamos hablando de salud”, advierte.

Por eso decidió actuar. Dar voz a figuras públicas como Lorena, que han vivido el trastorno y comparten su proceso con honestidad, puede marcar la diferencia. Ese fue el impulso detrás de su pódcast y su marca: ofrecer información rigurosa y real, acompañada de testimonios cercanos.

Y añade una mirada positiva sobre el rol de las redes: “Aunque la mujer sigue estando mucho más expuesta, cada vez más chicas comparten sus entrenamientos y muestran sus cuerpos fuertes, aunque pesen más. Eso ayuda a aceptar una nueva imagen de la mujer: fuerte, no necesariamente delgada.” Una narrativa que, según él, ayuda a romper con estereotipos obsoletos y promueve un modelo corporal más sano, real y empoderado.

¿Se puede curar?

La respuesta es clara: sí, se puede, pero no hay soluciones rápidas. La recuperación requiere tiempo, acompañamiento y un enfoque integral.
“Se puede curar. No es fácil, ni rápido, ni lineal, pero hay salida”, afirma Carrazoni.

Tanto ella como Oliveras coinciden en que no basta con abandonar ciertas conductas. «Hace falta sanar lo que hay detrás, y eso solo es posible con un abordaje multidisciplinar: nutricional, psicológico, médico y familiar».

El proceso puede ser largo y, a veces, dejar huellas. Pero eso no significa fracaso. “La recuperación total es posible, aunque queden cicatrices. Y eso también está bien”, recuerdan. Porque esas marcas no son debilidad, sino testimonio de lucha, resistencia y transformación. Para ambos especialistas, la prevención empieza desde pequeños, en casa y en la escuela. Hay que educar desde la salud, no desde la apariencia física, resume Carmina. Eso implica promover el respeto corporal, disfrutar de la comida sin culpa y valorar la diversidad física desde la infancia.

Y concluye con una idea poderosa: Comer bien también es cuidarse desde el respeto, no desde la culpa.

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