Internacional

La oposición acusa de «golpe de Estado a Santos», menos apoyado en Colombia que Maduro en Venezuela

Colombia vive en el filo de una afiladísima navaja haciendo equilibrios para no resbalar y desangrarse como país después de haberlo hecho como sociedad durante más de cinco décadas. Las conversaciones de paz entre el Gobierno Santos y la narcoguerrilla de las FARC han parido un engendro extraño esta semana que amenaza con partir la democracia por la mitad: los terroristas han forzado al Ejecutivo a elevar lo que se firme con ellos al bloque constitucional con calificación de ‘Acuerdo Especial’.

Según Carlos Holmes Trujillo, ex ministro y diplomático, aspirante a la nominación del Centro Democrático (CD) para la Presidencia de Colombia lo resume en pocas frases: «Es un golpe de Estado a la democracia, sustituye el Congreso, y acude indebidamente a la figura de los ‘Acuerdos especiales’ del derecho internacional humanitario y le da el carácter de Tratado Internacional, incorporándolo al bloque de constitucionalidad».

Carlos Holmes Trujillo, este martes en Madrid. (ADP)

El objetivo es blindar los acuerdos, protegiendo al mismo tiempo al presidente, en horas bajas, y a Timochenko y los otros líderes terroristas, que temen que un futuro Ejecutivo no acepte lo firmado en La Habana, bajo el auspicio de la dictadura de Raúl Castro.

La contestación a Santos y a su estrategia para lograr la paz es tan grande en Colombia como la de Maduro en Venezuela. Así que el presidente colombiano, en su afán por demostrar que él puede alcanzar el objetivo tan largamente anhelado por el pueblo colombiano, está dando pasos muy arriesgados. Éste último ha provocado incluso la llamada de la oposición a la «resistencia civil» en las calles contra lo que han llamado «golpe de Estado» y «entrega del país a los narcotraficantes, que ahora se constituyen en parlamento constituyente».

Popularidad de los presidentes de Colombia. Fuente: eltiempo.com (Clic para ampliar)

Este sábado, agentes de la Policía Nacional interceptaban un enorme cargamento de 171 kilos de cocaína en Lepe (Huelva) escondidos en un envío de bananas sintéticas a nombre de una empresa frutera procedente de Colombia.

Sin embargo, en el país de procedencia nadie celebra el hito. Los narcos porque han perdido un enorme negocio, y el Gobierno porque la lucha contra el tráfico de estupefacientes se ha salido del foco de lo prioritario. «Al contrario», espetan fuentes de la oposición, «los cultivos de coca crecen a niveles críticos de hace 15 años y las narcoguerrillas se están envalentonando con las cesiones de Santos a las FARC en La Habana». Y así ha aumentado la cosecha de la planta de coca y el flujo de esta droga procedente de Colombia.

Bananas sintéticas rellenas de 171 kilos de cocaína procedente de Colombia en Lepe. (Efe)

Los integrantes del Centro Democrático (CD), partido del ex presidente Uribe, se refieren a su formación política no por su nombre, sino como «la oposición democrática». Y a todos les cuesta hablar del Gobierno de Colombia, prefieren citar sólo el apellido del mandatario o, como mucho, decir «el Gobierno de Santos». Un país sabe que sus instituciones están en proceso de deslegitimación cuando el debate parlamentario se traslada a las manifestaciones de la calle y los nombres de la cosa pública son sustituidos por eufemismos.

Y la calle, que ya fue tomada el pasado 2 de abril por los seguidores de Uribe, ha vuelto a ser protagonista esta semana, cuando el líder del CD ha llamado a la «resistencia civil contra el golpe de Estado que supone el acuerdo de impunidad con las FARC».