Joe Biden, el presidente marcado por la tragedia que cumple con la promesa a su hijo
Joe Biden (Pensilvania, 1942) ha cumplido la promesa que le hizo a su hijo Joseph (Beau) Biden, fiscal general de Delaware, antes de morir en 2015 a causa de un tumor cerebral: estar bien y llegar a la Casa Blanca dejando fuera de juego a Donald Trump. Esta hazaña la habría intentado ya en 2016, sin embargo, abandonó la carrera en favor de Hillary Clinton cuando la tragedia se posó de nuevo en el transcurso de su vida. Un sino que, además, parece perseguirle de manera permanente, pero del que se repone de manera pasmosa, dicen, gracias a una frase de su padre que no para de retumbar en sus recuerdos: “Levántate después de ser derribado. ¡Levántate!”.
En noviembre 1972, Biden consiguió un escaño en el Senado de EEUU por el estado de Delaware y se convirtió en el senador más joven de la historia estadounidense. No cabía duda, el demócrata era el paradigma del éxito americano: triunfador, casado con una bella mujer y padre de tres niños. No podía imaginar Biden que el 18 de diciembre de ese mismo año, a media tarde, recibiría la llamada más dolorosa de su vida y tendría que jurar su cargo público en la habitación de un hospital. Su mujer Neilia Hunter Biden y su hija pequeña Amy (13 meses) habían muerto en un accidente de tráfico y sus otros hijos, Beau (3 años) y Robert Hunter (2 años), estaban muy graves.
Neilia y los niños habían anunciado a Biden que iban a comprar un abeto de Navidad, pero un camión de almacenaje de mazorcas de maíz arrolló el vehículo y acabó con toda celebración. Desde entonces, el nuevo presidente jamás trabaja el día del año en el que perdió a su esposa y su hija con el único fin de honrar su memoria y aliviar, aunque sea con un vendaje transitorio, la herida de la pérdida.
«Miraba a mis hijos y supe que no tenía más elección que luchar para seguir vivo»
Viudo con apenas 30 años, Biden se enterró de trabajo y crío a sus hijos con férrea dedicación. Hasta el punto de que cada día durante tres décadas, el joven senador se hacía 300 kilómetros en tren desde Delaware a Washington D. C. para no separarse de ellos. «Empecé a comprender cómo la desesperación lleva a la gente a liquidarlo todo, cómo el suicidio no era sólo una opción sino una opción racional. Pero miraba a Beau y Hunter dormidos y, la verdad, me preguntaba qué terrores tendrían ellos en sus sueños y quién les explicaría mi ausencia. Y supe que no tenía más elección que luchar para seguir vivo», escribió Biden años más tarde.
En 1977, Biden conoce en una cita a ciegas organizada por su hermano a Jill Tracy, una profesora americana algo más joven que él con la que se casa casi de inmediato, con el beneplácito y ánimo de Beau y Hunter, y con la que tiene una nueva hija: Ashley. Jill, igual que en el caso de Melania Trump con su marido, también ha tenido un papel muy importante en la campaña electoral 2020 de Biden porque, entre otros aspectos, ha sido la encargada de dar a conocer uno de los aspectos más valorados del nuevo presidente: su empatía y su capacidad a la hora de conectar con las personas que sufren pérdidas importantes. “Hará por tu familia lo que hizo por la nuestra: unirnos y completarnos”, decía la futura primera dama en un discurso en Míchigan.
“Hará por tu familia lo que hizo por la nuestra: unirnos y completarnos”
En este sentido, los analistas políticos, a menudo, destacan que su familia y su poca soltura en términos de oratoria son dos de los puntos débiles del ex vicepresidente de EEUU y, probablemente, tengan razón. Biden se desinfló en uno de los debates con Trump cuando el republicano le espetó en prime time que no sabía quién era su hijo Beau, amigo personal de Kamala Harris, pero que sí conocía los problemas con la cocaína de Hunter, el único hijo varón que le queda vivo
El pequeño de los Biden, a tenor de su trayectoria, ha resultado ser la oveja negra del círculo del presidente. Se ha casado en tres ocasiones y ha mantenido una relación sentimental con su cuñada y viuda de su hermano Beau, lo expulsaron de la Reserva de la Marina al dar positivo en un control de drogas y alcohol y ahora, además, se enfrenta a una demanda de paternidad interpuesta por una mujer de Arkansas más joven que, al parecer, conoció en un club de striptease en las idas y venidas de sus fases de desintoxicación.
“Mi hijo Hunter, como mucha gente que conocemos en nuestro entorno, tuvo un problema con las drogas. Lo ha superado. Lo ha arreglado. Ha trabajado en ello. Y estoy orgulloso de él. Estoy orgulloso de mi hijo”, contestó Biden con la voz quebrada y dubitativa dejando a la intemperie su talón de Aquiles. Ahora, y tras la victoria, Biden tendrá que recurrir más que nunca a esa tranquilidad interior que dicen que tiene porque su familia dejará de ser cosa sólo suya y, previsiblemente, pasará a ser cosa de todos.
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