Dra. Luisa González: «La Ley Trans es una barbarie y un ataque sin precedentes a niños y adolescentes»
Denuncia la "avalancha" de jóvenes en consultas y hospitales para cambiar de sexo
Muchos son chicos con trastornos adaptativos o de personalidad o que han sufrido abusos
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La comunidad médica y científica empieza a rebelarse públicamente también contra la Ley Trans de la ministra Irene Montero, en trámite parlamentario en el Congreso. Una concesión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Podemos sin calcular las consecuencias internas, externas y electorales que ha provocado no sólo un cisma dentro del PSOE, sino también del PSOE con sus socios de gobierno.
Fuentes del sector feminista del PSOE, que llevan muchos meses luchando contra la ley Montero y han sido objeto de duros ataques personales, adelantan a OKDIARIO que “aunque la implosión del asunto ya se ha producido públicamente, aún van a ocurrir cosas más intensas”. Las feministas del PSOE están apoyando, también la calle, a asociaciones de padres y docentes preocupados por el contagio imparable de la ideología queer.
«La Ley Trans es una barbarie y un ataque sin precedentes a niños y adolescentes». Quien lo dice es médico. Y mujer. La doctora Luisa González, vicepresidenta del Colegio de Médicos de Madrid. En una entrevista a LA ANTORCHA de OKDIARIO, la doctora González habla de una “avalancha” de adolescentes acudiendo a consultas y hospitales manifestando su deseo de cambiar de género: “Estamos muy preocupados y hay bastante alarma por el enorme contagio social que se está produciendo”. La doctora habla de una “colonización ideológica” y dice que “la Ley Trans ha despertado más ese contagio social”.
“Los adolescentes -explica Luisa González- se comunican por redes sociales y por este canal son constantes las alusiones y las presiones que reciben hacia una autodeterminación trans cuando sienten algún tipo de disconfort o se cuestionan su identidad sexual”. Dice Luis González que “ante eso, la respuesta es: ‘colócate una etiqueta cuanto antes’. Hay un llamamiento, una presión social, a la autodeterminación transexual rápida”.
“Lo que nos preocupa -señala- es esa prisa en etiquetar a un niño o a un adolescente cuando está en un proceso de maduración neurobiológico y tiene que ir, poco a poco, conformando su identidad, que no está plenamente desarrollada hasta más allá de los 20 años y, en muchos casos, de los 25 años”. “Los médicos salimos al paso de lo que nos encontramos en nuestras consultas y hospitales y pedimos prudencia”, señala la doctora González.
“No se nos ha consultado a los profesionales para hacer la ley, ni hay intención de consultarnos”, lamenta la vicepresidenta del colegio madrileño de médicos. Le recordamos que la ministra Irene Montero presumió, en Moncloa, al presentarla, de que, desde ahora, valdría la mera manifestación de voluntad prescindiendo de médicos o familia.
Para los médicos, es una barbaridad iniciar “los tratamientos hormonales y ni qué decir las intervenciones mutilantes para cambiar de género sin que haya un diagnóstico real y con tiempo”. “Esto es una barbarie sin precedentes”, dice la doctora Luisa González. “Nunca antes había habido un ataque de este calibre a los derechos de los niños y los adolescentes, a los que se les quiere privar del tratamiento integral de la salud y a los que se les niega un abordaje psicoemocional”.
“Pedimos -dice Luisa González- que se pueda hacer un diagnóstico de las causas. Las familias manifiestan que sus hijos sufren algún tipo de trastorno psicológico del espectro autista, de personalidad o adaptativos. O, en otros casos, comprobamos, con tiempo, tratándoles, que han sufrido bullying o algún tipo de abusos”. Dice la doctora González que “este disconfort emocional les lleva a esa confusión sobre su identidad o su apetito sexual” y que “lo que suele haber es una crisis del ‘yo’ muy fuerte”. “Hay que atender a esas personas una por una y acompañarles en todo su proceso. Si después de todo ello, prevalece ese deseo de transexualidad hay, entonces, que acompañarle con un tratamiento en distintas fases sin que supongan un daño a largo plazo y que garanticen el máximo beneficio”.
Cuenta la doctora González que “el 70% de los adolescentes que manifiestan este disconfort, al cabo de los años, al madurar, cambian de idea y aquello que creían que era un deseo de cambio de sexo deja de serlo”. Por eso, señala, “no se trata de hacer lo que ‘desee’ el paciente. Tiene que primar el criterio médico. No podemos tratar criterios subjetivos con tratamientos médicos. Esas personas tienen derecho a una valoración completa de su salud sin restringir los aspectos sexuales”.
Cirugías mutilantes
“Los médicos y los científicos reclamamos que no se hagan tratamientos sin una base científica contrastada”, dice la vicepresidenta del Colegio de Médicos de Madrid. Afirma que “no hay evidencia de que estos tratamientos hormonales ofrezcan los beneficios clínicos que prometen. Sin embargo, sí hay evidencias de los efectos secundarios graves e irreversibles que producen muchas veces en adolescentes”.
“Los efectos secundarios y los daños para la salud física y mental son muy graves porque esos tratamientos son, en muchos casos, irreversibles: seccionar un pene o las mamas. Estas personas tienen un alto riesgo de no poder tener hijos, de no poder tener deseo y vida sexual completa y satisfactoria, aparte de enfermedades cardiovasculares fruto de la hormonación, osteoporosis, demencia y otros trastornos psiquiátricos de difícil marcha atrás”. Por eso, recuerda que “muchos países que legislaron sobre transexualidad están volviendo hacia atrás”.
Para la doctora Luisa González, “en el afán de despatologizar la transexualidad, que es correcto, se está generando la confusión de no diagnosticar, de privar a estos pacientes de un diagnóstico de causas. Y son pacientes porque, al final, para los tratamientos hormonales o para la cirugía de conversión de sexo acuden a las unidades de transición de género que están en los hospitales”. Dice -por ello- que “es paradójico que haya que despatologizarlo para no discriminar a estas personas, y eso es lo correcto, pero que el tratamiento de este disconfort, de esta disforia, sea en el ámbito médico”.
Para la doctora González, “son personas que están en sufrimiento porque no encuentran congruencia entre su físico y lo que sienten sexualmente. Y donde hay dolor tiene que haber un médico. Y a estas personas no se les puede negar ni privar de un derecho humano fundamental: su derecho al acceso a la salud mental, a que se les ofrezca el tratamiento completo sin excluir ningún aspecto de su vida”.
Miedo en los médicos
Cuenta la vicepresidenta de la organización médica colegial de Madrid que “muchos profesionales tienen un gran temor a entrar en los aspectos de la psicosexualidad de sus pacientes porque las leyes nos tienen maniatados. Hay miedo a que les acusen de esto del discurso del odio y los profesionales no se atreven a tratar a las personas de una maniera integral”. Reitera que el clima que se está generando es una barbaridad.
“Es una imprudencia”, afirma la doctora González. “Se están atacando los derechos humanos de los niños a nivel educativo y legislativo y a los profesionales sanitarios nos están coartando la libertad de poder tratar de forma completa a estas personas”.
En los colegios
Los médicos están en constante contacto con los padres de estos niños y adolescentes, que les cuentan cómo descubren que sus hijos están ya siendo clasificados como trans en muchos colegios por personal ajeno a su tarea académica y a través de cursos y talleres sobre sexualidad, afectividad o igualdad. Una denuncia que coincide con la de organizaciones nada sospechosas de docentes feministas más en la izquierda que en la derecha política.
Dice Luisa González que “los padres nos cuentan que en los colegios hay cada vez más una imposición muy fuerte de ideologías variopintas sobre identidad sexual. Y así, desde edades muy tempranas, cuando el niño manifiesta algún tipo de duda o no muestra los caracteres clásicos de la masculinidad o la feminidad… cuando el niño por ejemplo no juega al fútbol en el patio… lo cual es poco moderno porque el espectro hoy en el siglo XXI debería ser mucho más amplio… Se le pregunta enseguida y se le cuestiona y se le ponen dibujos y actividades para que tenga dudas de su sexo biológico y poder colocarle rápido una etiqueta”.
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