El efecto positivo de que la economía de los Estados Unidos se desacelere
La revisión del crecimiento de la economía norteamericana en el tercer trimestre dejan un sabor agridulce para el Gobierno norteamericano. Aunque la economía americana se desacelera, esta lo hace por encima de las expectativas, registrando un 1,9%.
Pese a una mayor robustez en los crecimientos, la desaceleración económica hace mella en la economía estadounidense. Lo que, desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), calificaban como una desaceleración sincronizada, ya comienza a mostrar sus efectos en la que, hasta ahora, se sitúa como la principal economía del mundo. Estados Unidos registra una tasa de crecimiento mejor de lo esperado, pero con un sabor agridulce tras el contraste con el trimestre pasado.
Mientras que la economía de los Estados Unidos estaba creciendo a tasas del 2%, muy inferiores a ese 3% de años pasados, el crecimiento se mostraba más robusto que en otros bloques económicos donde, como en Europa, las tasas se desplomaban hasta registros cercanos al 1%. No obstante, la última lectura del tercer trimestre deja un preocupante 1,9% de crecimiento; y digo preocupante, pues pese a ser un buen registro, muestra una clara tendencia negativa.
Trump y la FED
Pero esta preocupación también se percibe en el comportamiento de los propios mandatarios. Un comportamiento en el que hemos visto como Donald Trump, el Presidente, atacaba severamente las políticas de tipos aplicadas por la Reserva Federal (FED), a quien le insistía en nuevas rebajas de tipos, así como más severas. Estas discrepancias entre Trump y la FED las llevamos viendo desde hace meses, donde Trump ha estado acusando a la FED de asfixiar la economía norteamericana con unos elevados tipos de interés.
No obstante, ante la última revisión y los resultados obtenidos, la FED ha actuado con rapidez, realizando una nueva rebaja en los tipos. Una política acomodaticia que viene con la intención de aplicar un mayor estímulo a una economía que muestra una clara desaceleración, aunque gradual. Una nueva rebaja en los tipos y que supone esa tercera rebaja supeditada que ya avisó la Reserva Federal que haría en consecuencia de la evolución del crecimiento estadounidense. Ahora, ante la nueva política, podemos observar como esas declaraciones hacían alusión a un contexto como el actual.
Una política que tratará de impulsar un consumo que, pese a haberse elevado hasta el 2,9%, dista mucho de los registros pasados, durante el anterior trimestre, donde pudimos observar un incremento del mismo del 4,6%. Como vemos, ante el propio decremento del mismo, la rebaja de tipos tratará de impulsarlo nuevamente con esa facilidad y estímulo al crédito que le aporta la nueva política de la FED. Una FED que, cabe recordar, ha utilizado bien sus estrategias, dotándoles de margen para aplicar nuevos estímulos, a diferencia de otras economías como la Zona Euro.
Pero al hilo con la preocupación que mencionábamos, también la hemos visto por el lado de la culpabilidad de Trump. Una culpabilidad que, ante el desplome de los mercados en Wall Street, ha llevado al Presidente a hacer filtraciones destacadas como que el acuerdo con China es inminente, buscando una respuesta positiva de los mercados ante un posible acuerdo comercial in extremis. No obstante, el escepticismo de los inversores ante las pasadas reuniones fallidas, así como las declaraciones de China, siguen sembrando el mercado de incertidumbres, provocando ventas en Wall Street y pérdidas en el Dow Jones, Nasdaq y S&P.
La guerra comercial es un fenómeno que ha estado castigando duramente a la economía norteamericana. Una guerra comercial que, pese a dar respuesta a una balanza comercial deficitaria, así como unas prácticas de dudosa legalidad por parte de china, no ha tenido ningún efecto positivo en lo que, a priori, preocupaba al Presidente norteamericano; pues si cogemos la balanza comercial de los Estados Unidos, podemos observar como esta ha tenido un comportamiento similar, o peor, desde la llegada de Trump al poder. Es decir, una guerra comercial que, por ahora, no ha dado respuesta a las intenciones de un Presidente en apuros ante un posible ‘impeachment’ y unas acechantes elecciones.
La economía estadounidense, como digo, se está comportando mejor que el conjunto de economías en el mundo. No podemos decir que la economía está cayendo en picado, pues si nos vamos a los indicadores de desempleo, podemos observar como estos siguen en línea con su pronóstico y muy cerca de los niveles de mínimos históricos, así como los resultados que presentaban empresas en el parqué del Nasdaq, donde Facebook y Apple han destacado por sus buenos resultados. No obstante, la desaceleración es una realidad y requería de respuestas por parte del Presidente.
Efecto positivo
Bajo mi criterio, la caída que ha vivido la economía estadounidense en contraste con el segundo trimestre puede tener un efecto positivo, dentro de todo lo malo que representa un decremento de la economía. Entre estos aspectos positivos podría encontrarse una rápida respuesta del Gobierno norteamericano para tratar de llegar a un buen acuerdo comercial con China y devolver la normalidad a los mercados internacionales. Esta tendencia de desaceleración podría tener ese efecto detonante en el Presidente Trump, agilizando procesos como la tregua comercial que mencionamos.
No obstante, yendo al impacto negativo y concluyendo con el tema, Estados Unidos debe mantener la calma, pero no perder de vista el comportamiento de la economía. Siguen habiendo muchas incógnitas que podrían tener efectos negativos en la economía y deben tenerse en cuenta. Las tensiones geopolíticas y las escaladas proteccionistas inciden con fuerza en la economía, aunque, a diferencia de otras, es cierto que si una economía tiene margen para actuar, así como robustez en su propia estructura, esa es la economía de los Estados Unidos; una economía que ha sabido jugar bien sus cartas en el escenario económico, llevándole a despuntar, como siempre, por encima de sus homólogos.
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