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Supersónico Madrid

Real Madrid Liverpool
Los jugadores del Real Madrid celebran un gol contra el Liverpool. (Getty)

El Real es agotador. Superior bajo tierra. Cuando el Liverpool bailaba sobre su tumba surgió la luz de Vinicius como punto de apoyo para cambiar el éxtasis por el silencio y la rendición de Anfield. Tan inolvidable como un título, tan insospechado como tantas otras noches donde los dieron por muertos. Los blancos resisten, juegan y arrollan; de hecho, compiten sin ser esclavos de una manera única para ser los mejores. Manita en menos de una hora. Supersónico Madrid. Recital.

Qué Vinicius. Crack y líder. Tirando la puerta abajo, sin miradas bajas ni excusas. Sabía que era él. Alexander Arnold dejó de ser fortaleza para convertirse en debilidad de los reds hace meses y Van Dijk ya no corrige los espacios que deja la línea defensiva a su espalda. Vinicius tenía un duelo ganador, metros para acelerar y la motivación de triunfar en Anfield. Era y fue él. Imparable.

Tras Vini, todo el Madrid. Y con el Madrid, Modric y Benzema como directores de orquesta. Karim fue al apoyo del brasileño para darle una línea de pase y de vida para los blancos ya que la atracción del lateral tras el control de Vini y el apoyo del francés era la pausa perfecta para romper la intensidad de los de Klopp. Así de simple.

Pausa y a volar. Y tras la ruptura, el 10 para enmarcar. Ancelotti lo cambió de lado en el segundo tiempo y eso fue la vida para los blancos y la oscuridad para Salah. Modric, qué jugador. Horas antes era Luka quien perdía por dos a cero, quizás por alguno más, en el primer cuarto de hora. Renovarle era un detalle, una generosidad, por los servicios prestados olvidándose de que a Modric nunca nadie le ha regalado nada. El día del adiós llegará; de momento, los rivales no tienen uno igual que él y eso no deja de ser una ventaja. Simbiosis letal.

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