Ganar para celebrar, aunque con precaución. Ganar para poner punto final a una temporada extraña. La más rara de nuestras vidas. Ganar por todos aquellos que no van a poder estar. Ganar por todos los que se han ido por este maldito virus. Ganar porque es una Liga histórica, una Liga con apellido, el del coronavirus. Ganar porque el Real Madrid no sabe vivir de otra manera, porque el escudo obliga a ello y porque este club no suele perder las finales y la que les enfrentará en el estadio Alfredo di Stéfano ante el Villarreal es lo más parecido a una. 90 minutos, tres puntos en juegos y si se consiguen alirón.
El Real Madrid será campeón si suma los tres puntos ante el Villarreal. Sería el título número 34 en la historia del club blanco y el primero que se celebrará en los balcones. O por lo menos así lo espera la entidad y así debería ser. Tras miles de muertos, familias devastadas, un país parado y mucho, mucho dolor, parece mentira que el club presidido por Florentino Pérez tuviese que emitir un comunicado oficial en el que se pedía a la afición no acudir a visitar una plaza de Cibeles que estará blindada. Parece mentira que todavía la sociedad no lo haya entendido, pero visto lo visto es así.
El Real Madrid sacó un comunicado en el que explicaba que sus jugadores no iban a acudir a Cibeles, como es tradicional, y al mismo tiempo pidió a sus aficionados que se queden en casa. Que, si la Liga llega, lo festejen con sus familiares y si quieren que salgan al balcón con una bandera blanca. En tiempos de pandemia lo más importante es la seguridad de todos.
Mientras el fútbol español mira a la diosa, Zidane sólo ve un partido de fútbol. El francés no da por seguro lo que el resto ve claro. Él asume este encuentro como el más difícil hasta la fecha. Su precaución es enorme y en la rueda de prensa previa no quiso ni hablar del posible alirón. Sólo se centra en jugar y ganar, y si lo segundo pasa ya se sabe lo que ocurrirá.
Por ello, Zidane afronta el partido ante el Villarreal como uno más. Uno más que tienen que ganar, pero es que cuando uno se pone la camiseta del 13 veces campeón de Europa no queda otra. Y así saldrá un equipo blanco que, como ha dicho Zizou, solo rema en una dirección. Y en esa unidad también están Bale y James, aunque uno ni calienta y el otro ni va convocado. Pero al final todos quieren conseguir la Liga 34.
Para este encuentro, Zidane no podrá contar con Marcelo, que sigue lesionado, aunque recupera efectivos en ataque y en defensa como Nacho, Jovic y Mariano. Y sobre todo, podría apostar por un Hazard que no tiene molestias. El resto del once, a priori, parece claro, aunque con Zizou nunca se sabe. Eso sí, sacará a los que mejor estén.
Un Villarreal para pocas fiestas
El rival que saltará al estadio Alfredo di Stéfano viene de perder ante la Real Sociedad y necesita sacar algo positivo de Valdebebas para poder asegurar la Europa League, ya que la Champions es imposible. Pero es que todo lo que no sea ganar significará que si Getafe y el conjunto donostiarra vencen en sus partidos les darán caza, pudiendo relegarle a una séptima plaza que le obligaría a jugar tres previas. Un camino tremendamente complicado e incómodo que no quieren ni imaginar.
El cuadro castellonense tendrá las ausencias de Funes Mori, lesionado, del portero Barbosa, castigado con tres partidos, y de Bacca, que padece una rotura en los isquiotibiales y no volverá hasta la próxima campaña. Quien sí parece haberse recuperado de sus molestias es Paco Alcácer, que jugaría al lado de Gerard Moreno en la punta de ataque.
Moreno es la gran referencia goleadora de los amarillos, y máximo goleador nacional con 16 tantos y el tercer máximo artillero de la competición. Estos números y la fulgurante vuelta del Villarreal han dado licencia al conjunto de Calleja para ilusionarse y estar muy cerca de conseguir el billete continental. Además, Anguissa y el gran nivel de Cazorla, que podría estar disputando sus últimos partidos con la camiseta amarilla, han sido responsables de este buen rendimiento.