Era el día señalado para que Raphael Varane diese un paso adelante. Con 27 años y una carrera de actor secundario en la zaga blanca a la sombra de Sergio Ramos, parecía que el duelo en el Etihad Stadium se convertiría en su prueba de fuego sin la presencia del capitán.
Varane falló y con estrépito en el duelo y no estuvo a la altura de las circunstancias que se presuponen para todo un campeón del mundo. «El mejor Varane está por llegar», prometió en la previa del partido, pero el Raphael que compareció fue una sombra de aquel que deslumbró en la era Mourinho.
El jugador de Lille se mostró nervioso e intentó hacer cosas que no suele hacer como intentar sacar el balón jugado ante la intensa presión de un Manchester City que sabía que apretando arriba podría encontrar réditos. Antes de que se cumpliese el minuto 10, Varane cometió un error grosero en la salida de balón viendo cómo le robaba la cartera Gabriel Jesús en la línea de fondo. Esa pérdida sirvió para que Sterling anotase a placer tras un regalo impropio de un jugador de máximo nivel.
Desde ese momento, Varane fue un manojo de nervios. No se apoyó en su experiencia, tomó decisiones precipitadas y no dio una salida precisa al balón. Todos estos factores confluyeron en la puntilla de las esperanzas del Real Madrid para ganar la eliminatoria. El francés, en un balón llovido en torno al minuto 70, intentó despejar a fuera de banda ante la presión de Gabriel Jesús. Erró en su primera intentona y en el segundo bote cabeceó hacia Courtois sirviendo un mano a mano a Sterling. Nadie en el Madrid daba crédito al error de alevín del francés, que no tuvo su noche. El día en que tenía que cargar con la mochila de Sergio Ramos no fue capaz ni de levantarla del suelo.
