El único VAR abierto de Barcelona estaba en el Camp Nou y fue determinante para que el Real Madrid ganara al Barcelona en un Clásico igualado y feote. Valverde adelantó a los de Zidane y Ansu Fati igualó rápido. Un penalti claro de Lenglet a Sergio Ramos que señaló Martínez Munuera tras verlo en el monitor puso el 1-2 y Modric, ya con el Barça descompuesto, selló el 1-3 definitivo en un Clásico que ya no es lo que era.
Érase una vez un Clásico nada clásico, un Clásico en silencio y, sobre todo, un Clásico entre un Barcelona y un Real Madrid venidos a menos como los abdominales de Silvester Stallone. De los equipos que hace unos años dominaron Europa apenas quedan algunos viejos rockeros, que nunca mueren, pero que ya no tocan como antes. Ya no está Guardiola ni Mourinho. Faltan Iniesta y Casillas. Ni siquiera tenemos ya a Neymar ni a Cristiano. El Clásico, como el Real Madrid y el Barça, está en plena transición.
Había sorpresas en ambas alineaciones. Pero no sorpresas cualquiera, sino de esas que hacen arder las redes. En el Barcelona Koeman sentaba a Griezmann para sacar a Pedri, un chaval que no tiene edad ni para sacarse el carné de conducir pero que tiene talento y desparpajo para llenar un camión. En el Real Madrid Zidane mandaba al banquillo al viejo y cansado Modric y colocaba al joven y vigoroso Fede Valverde. También colocaba a Vinicius y Asensio arriba como escuderos de Benzema. Ver en el banquillo a futbolistas como Marcelo, Modric o Isco habla bien a las claras de que el Madrid debe afrontar, más pronto que tarde, la reconstrucción de un equipo que ha agotado un ciclo histórico.
El Clásico empezó lento y pesado como si los futbolistas hubieran comido fabada. O sería por la hora de la siesta. Manejaba la pelota el Barcelona y replegaba el Real Madrid. No ocurrió nada en los primeros (casi) 5 minutos. No ocurrió nada hasta que una pelota sin peligro cayó en los mágicos pies de Benzema, que mediapunteaba entre sol y sombra. Lenglet no le encimó y empezó a recular. Se quedó un latifundio entre Busquets y los centrales. Fede Valverde, que arrancó la zancada, señaló el espacio, le asistió Benzema, aceleró para entrar en el área y batió a Neto con un tremendo disparo cruzado. El Madrid se adelantaba en el Clásico.
Poco le duraría la alegría a Zidane. Ni tres minutos, vamos. Esta vez la zona muerta fue la espalda de Nacho que tampoco cubrió Asensio. Por allí cabalgó Jordi Alba, que asistió a un Ansu Fati que ganó en la carrera a Sergio Ramos y batió a Courtois en boca de gol. Pues nada, diez minutos 1-1 y Clásico nuevo.
El Clásico correcalles
Después de los dos goles consecutivos en los dos primeros tiros a puerta el Clásico volvió a caer en un ritmo cadencioso como una novela de Pérez Galdós. Llegaron dos ocasiones otra vez seguidas. Primero una para Messi en el 22. El argentino sentó a Sergio Ramos y Courtois le hizo un tremendo paradón sobre la línea de gol. En la jugada siguiente Kroos se la puso a Benzema, que sobre el punto de penalti tiró al muñeco. Neto rechazó abajo el disparo.
Y otra vez volvimos a las andadas. Ambos equipos se calcaban en defensa y en ataque. Lentos en la circulación e inmóviles en la recuperación. No es que les faltara intensidad, es que les faltaba fuelle. Ni al Barça ni al Madrid les incomodaba demasiado el empate. Justo antes del descanso Zidane tuvo que quitar a Nacho, amonestado y tocado, y no metió ni a Marcelo ni a Militao (gracias a Dios) sino a Lucas Vázquez.
Con el cambio de Zidane se llegó al descanso, del que volvimos con un Barça algo más suelto y un Real Madrid replegado. Koeman y Zidane mandaban a sus suplentes a calentar. El Clásico seguía con su ritmo cadencioso. Un disparo cruzado de Ansu Fati que se marchó a la derecha de Courtois. Messi, que la esperaba en el punto de penalti, ponía caritas.
Sin ritmo ni intensidad, pero con VAR
Otro aviso del Barcelona llegó en el 53 después de un magnífico centro de Ansu Fati que cabeceó fuera Coutinho solito en el segundo palo. Reaccionó el Real Madrid y encontró apoyo en el VAR. Lenglet agarró a Sergio Ramos en el área de forma continuada. Estiró su camiseta para ver si era de calidad. Martínez Munuera no lo vio pero le avisaron desde el VAR. Fue a ver la jugada y pitó el penalti. Sergio Ramos fue víctima y verdugo. Ejecutó la pena máxima y marcó el 1-2.
Era el minuto 68 y Zidane movía ficha: Modric sustituía a un tocado Fede Valverde. El Barcelona tocó a rebato y encerró al Real Madrid, que pasó a defenderse casi en su área. Presionaban arriba los azulgrana mientras Koeman se pensaba quizá demasiado los cambios. Al Madrid se le iba a hacer largo el último cuarto de hora del partido.
Zidane metió a Rodrygo por un fundidísimo Asensio. Y Koeman, puede que demasiado tarde, hizo tres de golpe: Grizeman, Trincao y Dembelé por Pedri, Ansu Fati y Busquets. Al Barcelona se le acababa el tiempo y el Real Madrid había olido la sangre de un posible 1-3. Lo evitó Neto en el 85 con dos paradones a Kroos y luego otra con el pie a Sergio Ramos un minuto después.
A la tercera llegó el tercero. Lo hizo Modric después de un mal despeje de Neto en su salida. El 1-3 selló la victoria del Real Madrid en un Clásico igualado que acabó decidiendo el único VAR que sí estaba abierto en Barcelona.