Rodrygo es el hombre de moda. Todo el mundo habla del brasileño tras el partidazo que se marcó en el Santiago Bernabéu ante el Galatasaray. Su hat-trick perfecto en la Champions League daría la vuelta al mundo y su nombre comenzaría a ocupar portadas de los rotativos de cada país. No es para menos, son pocas las exhibiciones futbolísticas tan certeras y tan precoces como la que regaló el carioca al respetable madrileño.
El tanto ya es del Real Madrid, es obvio. En el verano de 2018 el club blanco llevó a cabo una gran operación de mercado por Rodrygo, una similar a la que se tomó con Vinicius Junior, anticipándose a diferentes clubes que le seguían, como era caso del eterno rival, el Barça. La secretaría técnica merengue reconoció pronto el enorme potencial que se le auguraba al joven carioca y movió ficha más rápido que nadie para captar a una de las estrellas emergentes que marcará época en el próximo siglo –recordemos que tiene tan solo 18 años–.
El primero en posar su mirada sobre Rodrygo fue André Cury, el hombre de la secretaría técnica del Barça encargado de la captación de jugadores y jóvenes talentos en toda Sudamérica. El culé habría sido el que había señalado al carioca entre otros muchos en las categorías inferiores del Santos. Se dice incluso que llegó a tener un contrato cerrado con el jugador para que recalara en las filas blaugranas y que se dio un primer paso para cerrar un acuerdo con el club alvinegro, algo que no cuajó.
El Barça intentó aprovechar los problemas económicos que acuciaban al Santos a mover ficha y vender jugadores, algo que no lograron en mayo de 2017. José Carlos Peres, presidente del club carioca, se hizo fuerte en su posición y se limitó a indicar la cláusula de rescisión de su jugador: 50 millones de euros. Tras aquello, aparecería el Real Madrid.
El Madrid entra en escena
En junio de 2018, el Barça aún no había dado ningún paso en firme por Rodrygo de cara al Santos. Fue en ese momento cuando José Angel Sánchez, director general del Real Madrid, aprovechó un viaje de Peres a Liverpool para concertar una reunión con él. En aquella cita, el club blanco haría una oferta en firme por el jugador que saciaría las pretensiones del mandamás brasileño, muy discutido en aquel momento en el Santos.
El Real Madrid aprovechó el camino recorrido previamente por el Barça, esperó el momento adecuado para abordar la operación y ejecutó la misma con seriedad y brillantez, como acostumbra. En apenas 20 minutos de reunión ya se había cerrado el fichaje del jugador que ahora ocupa portadas por su fútbol con la elástica blanca. Sánchez había invertido bien su tiempo ante Peres con una oferta suficiente para solucionar los problemas financieros de los brasileños y que dejó al Barça sin margen de movimiento: no tenían liquidez. Jugada maestra.
