A Pablo Laso no le cabía la alegría en el cuerpo tras firmar el pase a la final de la Euroliga. No era para menos. Acababa de lograrlo por quinta vez en su carrera y con la sabrosura añadida de firmar una enorme remontada contra el Barcelona, principal enemigo y gran favorito al título. Momentos dulces para el técnico vitoriano que, de alguna manera, le llevaron a recordar cuando no todo era de color de rosa.
«Vitoria es un poco como Belgrado, una ciudad de baloncesto. Mi corazón y mi familia están en Vitoria y respeto mucho al Baskonia, pero cuando me fui de Vitoria al Real Madrid, en mi interior quería jugar de verdad en el Real Madrid», rememoró Laso, interpelado por su época de jugador por un periodista griego. La memoria le teletransportó rápidamente a 1995, año en el que abandonó el Taugrés para firmar por el club blanco, donde jugó tres temporadas que, tanto tiempo después, todavía le saben a poco.
«Echando la vista atrás, me enfado conmigo mismo porque en aquel momento no entendí lo que significaba el Real Madrid. Podía haber dado mucho más, no entendí que lo importante no es llegar al Real Madrid, sino empezar a crecer una vez que has fichado. Aprendí de esa época cuando volví a la entidad como entrenador. Es el club más grande del mundo, sn duda», se sinceró en la rueda de prensa previa a la final de este sábado contra el Anadolu Efes en el Stark Arena.
En su época de jugador, y tras abandonar el Real Madrid en 1998, Laso peregrinó por varios clubes españoles: Cáceres, Casademont Girona, Unicaja, Caprabo Lleida, Fórum Valladolid… Colgó las botas en 2003 con esa espina clavada que, mucho tiempo después, le sirvió para triunfar como técnico del Real Madrid. Ahora, solo un partido le separa de conquistar su tercera Euroliga. Ahora sí conoce mejor que nadie lo que significa el uniforme blanco.