Pasa a la final tras la retirada por lesión de su rival

Zverev tropieza con el rey Nadal

Rafael Nadal se clasificó para la final de Roland Garros después de la retirada de Alexander Zverev debido a una torcedura de tobillo

Así fue la espeluznante lesión de Zverev: tuvo que abandonar la pista en silla de ruedas

No es de este planeta: el puntazo de Nadal para salvar el primer set ante Zverev

Nadal Zverev
Nadal y Zverev.
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Rafael Nadal está en la final de Roland Garros después de la retirada de Alexander Zverev al término del segundo set, ya con tres horas de partido celebradas. El tenista alemán sufrió una dolorosa torcedura de tobillo que se tradujo en su abandono, obligado, cuando el resultado del partido era favorable a Nadal, por la mínima, por 7-6, 6-6. El rey de la tierra se convierte, de forma agridulce, en finalista en París y luchará por su decimocuarto título ante el ganador del Ruud-Cilic.

La mala suerte condenó a un Zverev que estaba luchando de tú a tú con Nadal, en una batalla que amenazaba con colarse de lleno en la historia de Roland Garros por la pujanza de ambos contendientes y, sobre todo, por la extraordinaria duración de los dos sets que pudieron disputarse. Tras la torcedura de tobillo, sumamente agresiva, de Sascha, el partido no pudo continuar. El alemán se marchó al vestuario en silla de ruedas y sólo pudo salir a dar la mano a Rafa y claudicar forzosamente, despidiéndose del suelo de triunfar en París.

Viernes 3 de junio, día nacional del tenis en España en honor al gran ídolo histórico en la materia. Rafael Nadal cumplía 36 años y para celebrarlo se regalaba una nueva cita en semifinales de Roland Garros. Enfrente, un Alexander Zverev que llegaba repleto de confianza después de su vendetta ante Alcaraz y en disposición de acabar también con el rey de la tierra, su tercer rival consecutivo de la Armada.

La cita era mayúscula aunque la sensación, inevitable, es que el plato fuerte ya lo habíamos visto con el duelo majestuoso frente a Novak Djokovic. Rafa, sin embargo, continuaba concentrado en busca de completar su misión. No mira, porque no puede debido a su lesión, más allá de Roland Garros, pero la Decimocuarta debe ser real y para ello había que salir a muerte ante Zverev.

Nadal empieza a remolque

No fue el inicio esperado, y es que tras ganar los dos primeros puntos con su servicio, Rafa se veía sorprendido por la potencia de los golpes de Zverev, que se estrenaba con un break inesperado, pero merecido. Inicio espléndido del alemán, siempre determinante con el revés y acertado con el saque, su termómetro, para construir en ventaja el camino del primer set. Nadal, agazapado y sin la eficacia en sus golpes ofensivos vista ante Djokovic, debió esperar al octavo para contar con su primera oportunidad de break.

Es tan conocida la calidad de Zverev como su tendencia a agarrotarse en los momentos complicados. A la segunda, en un juego que subía sobremanera el minutaje del primer parcial, Rafa cumplía con el cometido y empataba el encuentro para en el siguiente juego de resto quedarse con la miel en los labios con dos puntos de set marrados, en gran medida, por la continuidad de Sascha con los primeros servicios.

Otro milagro de Nadal

El primer set se decidiría en el tie-break y ahí Zverev tenía las de ganar. Su servicio estaba engrasado y sus golpes de fondo, en ese momento, eran mucho más determinantes que los de Rafa. El 6-2 favorable al alemán no extrañaba demasiado y dejaba el parcial visto para sentencia. Pero apareció el mejor Nadal en Roland Garros y comenzó a gestarse el milagro.

Hasta cuatro pelotas de set remontó el trece veces campeón en París, con algún punto de otro planeta y que hizo que el público, directamente, se quedara en pie para ver la resolución. Anonadados con la capacidad de resistencia de Nadal y una hora y media después del comienzo del encuentro, Rafael ataba el primer set y celebraba el primer pequeño triunfo de la semifinal.

El segundo set se convertiría en un drama digno de Hollywood, con los dos jugadores batallando al resto y convirtiendo los servicios en un imposible para el contrario. Los breaks fueron sucediéndose de forma inverosímil –¡hasta cuatro cada uno!– y con Rafa a remolque en todo momento hasta conseguir igualar al final, como en el primer parcial. La épica vendría acompañando a la victoria independientemente de quién fuera el vencedor, con Nadal en mínima ventaja y Zverev opositando a la gran sorpresa del torneo.

Lesión e inevitable retirada

La contienda volvía a marcharse al tie-break pero en el último punto antes de la confirmación de la muerte súbita, un golpeo de Nadal forzó a Zverev a resbalar sobre la tierra, húmeda, de la Philippe Chatrier. No pudo hacerlo Sascha de manera apropiada y lo pagó su tobillo, con una torcedura brutal que le hizo caer y retorcerse de dolor, dando el avance de lo que acabaría sucediendo inevitablemente.

Zverev, atendido por los médicos y Nadal, se retiró en silla de ruedas de la pista y cinco minutos después, ya en muletas, se acercó junto a Rafa para confirmar el final del partido y la clasificación de Rafa a la final de Roland Garros. «Estoy muy triste por él, estaba jugando un torneo increíble, es un gran colega del circuito. Ha tenido muy mala suerte», afirmaba el flamante finalista de Roland Garros, en el triunfo más extraño de cuantos ha vivido en las rondas finales en su carrera en París.

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