Joao no es suficiente para resucitar a un muerto
Un equipo destruido empata en casa ante un Espanyol que jugó casi una hora con 10
Joao, autor del 1-1, fue el único jugador que estuvo a la altura
Sergi Darder marcó el gol del partido en la única llegada blanquiazul
La grada estalló en llamas contra los jugadores y contra Simeone, muy señalado
Media hora prodigiosa de Joao no fue suficiente para resucitar a un equipo muerto y el Atlético se dejó en el camino dos puntos de oro que le alejan casi definitivamente de la pelea por la Liga. El Espanyol, obligado a jugar durante casi una hora con diez futbolistas por expulsión de Cabrera, mantuvo a raya a un equipo que es un puro despropósito y en el que sólo el delantero portugués parece estar a la altura. El aspecto del proyecto es cada vez más desalentador y la única buena noticia que aparece en el horizonte es el inminente descanso por el Mundial porque la situación requiere a gritos una pausa. Cuanto más larga mejor.
Salvo los buenos minutos de Joao no hay nada que salvar en este equipo. Griezmann se ha diluido, Carrasco sigue desaparecido, Morata no es ni de lejos el 9 que necesita el Atlético y Correa y Cunha no pasan de ser suplentes. Si a eso se le añade que la defensa está hecha un flan y que el medio campo reclama a gritos a Koke, se entiende el panorama de sombras que acecha al Atlético. Con muchos partidos aún por delante pero nada interesante por lo que pelear, la temporada se puede acabar haciendo eterna.
El partido permaneció en estado letárgico hasta el minuto 28 porque el Espanyol amarró en corto a un Atlético impotente para crear ocasiones y para provocar situaciones de ventaja, con sus jugadores más desequilibrantes cortocircuitados. Un run run de desaprobación recorría el estadio cuando en ese instante un balón largo de Reinildo provocó una carrera entre Morata y Cabrera en la que el uruguayo, tras darse cuenta de que estaba en desventaja, interceptó al delantero internacional. Pulido Santana se fue hacia él con la roja en la mano y desde el VAR Iglesias Villanueva no le rectificó. De repente la mañana adquirió otro color.
Diego Martínez reaccionó prescindiendo de Keidi Bare y reforzando la defensa con Sergi Gómez, pero la superioridad numérica no tardó en desequilibrar la balanza. Marcos Llorente remató un palmo alto en el área y más tarde un disparo de Nahuel impactó en el cuerpo de Aleix Vidal cuando iba directo hacia la red. Ya al borde del descanso una volea de Carrasco no fue recogida por Morata, y en el descuento un centro de Reinildo lo cabeceó Llorente pero lo despejó Calero. El 0-0 en el intermedio fue lo mejor que pudo pasarle al Espanyol, al que se le había hecho muy largo el final del primer tiempo.
Simeone fue directo a por el partido en el arranque de la segunda parte dando entrada a Correa por De Paul, desplazando a Llorente al medio campo y otorgándole libertad al delantero argentino para que circulara por la banda derecha, y desde ahí alborotó a la defensa catalana con un par de acciones de máximo riesgo, pero que tampoco acabaron con el balón dentro de la portería de Lecomte, que rechazó un disparo del atacante sudamericano aguantándole pie a tierra.
El partido parecía ir dirigido al primer gol atlético, pero a los 63 minutos llegó la debacle. Joselu prolongó al segundo palo un pase largo desde la derecha y en el segundo palo apareció Sergi Darder para rematar en solitario a la red después de que Kondogbia hubiera abandonado su marca. El estadio estalló en llamas y Simeone, desesperado, llamó a Joao y a Witsel para arreglar un verdadero desastre con menos de 30 minutos de margen.
El Atlético se lanzó a tumba abierta y ahora sí empezó a acumular ocasiones claras. Giménez cabeceó fuera un córner cuando estaba totalmente solo en el punto de penalti, Morata no aprovechó un error en la salida de Lecomte y Grizmann disparó desviado en el área. Simeone movió su última baza con Cunha y Lemar y el partido entró en su último cuarto de hora cargado de urgencias. Hacían falta dos goles y ya casi no quedaba tiempo.
Fue entonces cuando Joao volvió a levantar la voz. Tal y como había sucedido una semana antes en Cádiz el menino aceptó el reto y se echó el equipo a las espaldas. A los 78 minutos recogió en la izquierda un pase largo de Lemar y, a su llegada al área, soltó un zurdazo raso que se tragó Lecomte en el primer palo. El 1-1. Un resultado todavía insuficiente para el Atlético, obligado a la victoria.
La matinal acabó con el equipo sufriendo un ataque de ansiedad y sin ser capaz de crear ninguna otra ocasión más allá de un cabezazo de Joao que esta vez sí sacó Lecomte, que de nuevo volvió a frenarle en el descuento. El Espanyol se llevó el empate sin sufrir demasiado al final y con la sensación de que el resultado podría haber sido mejor. Mientras, el Metropolitano despidió a los suyos con música de viento. Ya no volverá a ver a sus jugadores hasta después del Mundial, y seguramente este intermedio sea lo mejor que puede pasar en estos momentos de zozobra.
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