Si ha habido una publicación en la Feria del Libro que ha hecho cola, esa es la de las Hermanas Greemwood. Por fuera, parecen dos amigas de toda la vida. Por dentro, laten con la fuerza creativa de un volcán literario. Se hacen llamar las Hermanas Greemwood, pero ni son hermanas ni se apellidan así. Son dos autoras de Alcalá de Henares, (Beatriz Blanco y Natalia Martín), que se conocieron escribiendo, que se eligieron como cómplices creativas y que han construido juntas un universo narrativo propio, denso, vibrante, tejido con la misma materia que los sueños épicos y los romances imposibles.
En su nuevo libro, El Mar de los Ocultos, editado por Planeta, las Greemwood firman un romance de alta fantasía que lo tiene todo: mitología nórdica, dragones, traiciones, asesinatos, dioses que juegan con el destino humano y, en el centro de todo, un amor tan imprevisible como decisivo. «Esta vez el romance sí es esencial para la trama», explican, «porque según las decisiones que tomen los protagonistas, el mundo cambia».
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«Éramos fans de los cuentos clásicos, pero de los originales, los macabros, los oscuros, los que de verdad escribieron los hermanos Grimm»
La chispa de su seudónimo nació, como todo lo bueno, de una pasión compartida: «Éramos fans de los cuentos clásicos, pero de los originales, los macabros, los oscuros, los que de verdad escribieron los hermanos Grimm», cuentan entre risas. «Pensamos: si hubo unos hermanos Grimm en su tiempo, ¿por qué no unas hermanas ahora?». Así nacieron las Hermanas Greemwood, como un guiño al imaginario fantástico y una declaración de intenciones literaria: sus libros estarían atravesados por la magia, pero también por la crítica social y los grandes temas humanos.
El Mar de los Ocultos es la segunda entrega (aunque completamente autoconclusiva) de una serie que comenzó con La Tierra de los Dorados. En ambas novelas, las Greemwood se sumergen en mundos ficticios donde la religión, las tradiciones y la política estructuran la vida de los personajes. «Queríamos que la cultura tuviera peso. Por eso, aunque este nuevo libro se inclina hacia lo pagano, sigue teniendo esa carga crítica sobre el abuso de poder y la manipulación del destino».
¿La ironía? En una historia donde los dioses tejen los destinos de los humanos, los protagonistas deciden rebelarse y elegir su propio camino. «Nos interesa la reflexión de fondo: que no todo está escrito, que con esfuerzo puedes cambiar lo que parece inmutable».
«Estábamos en el Bastión de los Pescadores, con esas vistas al Danubio, y dijimos: ésto es lo que tiene que sentir un lector al imaginar el mundo de nuestra historia»
El proceso de construcción del universo de El Mar de los Ocultos no ha sido fácil, pero sí enormemente estimulante. «Venimos de una historia con más peso religioso. Aquí queríamos algo más pagano, pero igual de denso, con sus propias reglas, leyes y coherencia interna. Porque en la fantasía no vale todo». Y lo cumplen: en su mundo hay política, estructuras sociales, normas religiosas y hasta leyendas propias. Un bastión creativo sólido que se inspiró, curiosamente, en un viaje a Budapest. «Estábamos en el Bastión de los Pescadores (Budapest), con esas vistas al Danubio, y dijimos: esto es lo que tiene que sentir un lector al imaginar el mundo de nuestra historia».
La novela está narrada a dos voces: Iduna, humilde, cotidiana, que acaba transformándose radicalmente; y Enoch, el asesino que carga con el destino de ella, un canalla excéntrico y magnético. «Enoch rompe el molde. No es el típico protagonista masculino de fantasía. Es descarado, tiene sentido del humor, es raro, pero también es el corazón emocional del libro». Con estos personajes, las Greemwood no sólo construyen una historia: construyen también una conversación con su lectoras, una ruptura con los arquetipos.
«Todo empieza con escaletas muy definidas. Hablamos hasta el infinito sobre lo que queremos contar y luego nos repartimos los capítulos»
Pocas cosas parecen más difíciles que escribir una novela de fantasía en pareja. Pero ellas han conseguido encontrar un método tan eficaz como divertido: «Todo empieza con escaletas muy definidas. Nos sentamos, hablamos hasta el infinito sobre lo que queremos contar, y luego nos repartimos los capítulos». El método ha evolucionado desde sus primeras colaboraciones: «Al principio íbamos más a salto de mata. Ahora somos un reloj suizo. Bueno, casi».
Pero escribir juntas tiene un secreto: la complicidad. «Cuando escribes sola tienes libertad, sí, pero también estás sola frente al folio en blanco. Aquí somos dos, somos amigas, y eso hace que todo sea más divertido. Nos pasamos horas teorizando, tirando flechitas en los papeles, construyendo locuras que luego ajustamos».
«Hemos aprendido mucho. Sobre cómo trabajar juntas, sobre cómo construir mundos coherentes y también sobre cómo contar lo que de verdad queremos contar»
Desde sus primeras novelas, como Los absolutos, han cambiado muchas cosas. «Escribíamos diferente, en tercera persona, con otro estilo. Ahora nos gusta más la primera persona, nos parece más cercana, más intensa. Y hemos aprendido mucho. Sobre cómo trabajar juntas, sobre cómo construir mundos coherentes y también sobre cómo contar lo que de verdad queremos contar».
El salto editorial también ha sido clave. «Estar con Planeta y con nuestra agencia ha sido fundamental. Nos han ayudado a crecer, a profesionalizarnos, a atrevernos con cosas más grandes».
Aunque no pueden desvelar detalles, adelantan que están a punto de entregar su próxima novela: «Quedan diez capítulos. Y hay otro proyecto fraguando. Pero no podemos decir más… Aún». Eso sí, sus universos siguen creciendo.
Para quienes sueñan con publicar sus historias, las Greemwood lo tienen claro: «Escribe, claro. Pero también muévete. Ve a eventos, habla con editores, con otros autores. Y sobre todo, rodéate bien. De gente que te diga la verdad. No de quien te diga es precioso, sino esto no funciona. Eso te hace crecer». También reconocen que la suerte ha jugado su parte, pero que sin trabajo y comunidad no hay magia que valga.
