Australia ya lo hace y España mira de reojo cómo prohibir las redes sociales a menores de 16 años
Prohibir las redes sociales a menores de 16 años ya no es una idea lejana
He probado el OnePlus 15 y ya entiendo por qué todos hablamos de él
Esta es la razón por la que las cajas del iPhone tardan tanto en abrirse
Prohibir las redes sociales a menores de 16 años ha dejado de ser una hipótesis o un debate académico. Australia se ha convertido en el primer país del mundo en dar el paso de forma clara y directa, obligando desde diciembre de 2025 a plataformas como TikTok, Instagram o Snapchat a impedir que los menores de esa edad tengan cuenta. No es una recomendación ni una guía de buenas prácticas: es una obligación legal, con multas millonarias para las empresas que no la cumplan.
Australia como laboratorio social
El Gobierno australiano ha defendido la medida como una respuesta necesaria a un problema que, según reconocen abiertamente, ya no se puede resolver solo con educación digital o controles parentales. Durante meses, el Ejecutivo ha insistido en que el diseño de las redes sociales, basado en la atención constante y el consumo infinito de contenido, tiene un impacto directo en la salud mental de los menores. Ansiedad, problemas de autoestima, ciberacoso o exposición a contenidos inapropiados han sido algunos de los argumentos más repetidos en el debate parlamentario y social.
El primer ministro, Anthony Albanese, ha sido especialmente claro al presentar la norma como un “cambio cultural”, con la intención de marcar un límite donde la autorregulación de las plataformas no ha sido suficiente. Un detalle clave es que la ley no pone el foco en castigar a los adolescentes ni en responsabilizar a las familias, sino en trasladar la carga a las empresas tecnológicas, que son quienes diseñan y explotan estos servicios.
La verificación de edad, el gran reto
El punto más delicado de la ley australiana está en cómo se aplica. Las plataformas están obligadas a implementar “medidas razonables” para verificar la edad de los usuarios, pero sin imponer un sistema concreto. Esto ha abierto un debate complejo, cualquier método de verificación puede ser fácilmente evitable, demasiado intrusivo o problemático desde el punto de vista de la privacidad.
Las autoridades australianas han insistido en que no se busca convertir Internet en un sistema de identificación permanente, pero también reconocen que no existe una solución perfecta. En paralelo, ya se han detectado intentos de esquivar los controles mediante VPN u otros sistemas, algo que refuerza una de las críticas habituales: cerrar una puerta puede empujar a los menores hacia espacios menos regulados y más difíciles de supervisar.
A todo esto se suma la batalla legal y conceptual sobre qué es exactamente una red social. Algunas plataformas han intentado desmarcarse de la definición legal para evitar la obligación de verificar la edad, lo que demuestra hasta qué punto esta medida no solo es social, sino también económica y estratégica.
España mira a Australia y acelera
En España, el debate no parte de cero. Actualmente, el consentimiento digital se sitúa en los 14 años, lo que ha permitido durante años que muchos menores accedan a redes sociales con relativa facilidad. Sin embargo, el Gobierno lleva tiempo trabajando en una Ley Orgánica de protección de las personas menores en entornos digitales que pretende elevar esa edad mínima hasta los 16 años.
El texto, que ya ha iniciado su tramitación parlamentaria, incluye medidas que van más allá del simple registro en redes sociales. Entre ellas, la obligación de que dispositivos y servicios incorporen sistemas de protección gratuitos y accesibles, así como un refuerzo del papel de las plataformas en la prevención de riesgos digitales. El objetivo declarado es que la protección no dependa solo del criterio de las familias, sino que forme parte del propio diseño del ecosistema digital.
Uno de los puntos más sensibles en el caso español será, de nuevo, la verificación de edad. El propio Ejecutivo ha apuntado a la posibilidad de desarrollar una herramienta específica a medio plazo, en coordinación con la Unión Europea, que permita acreditar la edad sin exponer datos personales innecesarios. Australia, en este sentido, funciona como un espejo: muestra tanto el camino como los problemas que surgen al recorrerlo.
¿Protección real o efecto rebote?
La gran incógnita es si prohibir las redes sociales a menores de 16 años logrará el efecto deseado. Los defensores de la medida sostienen que reducir la exposición temprana puede mejorar la salud mental y devolver parte del control a los adultos. Los críticos, en cambio, advierten del riesgo de crear un mercado paralelo de plataformas menos conocidas y con menos controles, donde los menores acaben refugiándose.
Para España, la pregunta clave no es solo si debe seguir el ejemplo australiano y prohibir las redes sociales, sino cómo hacerlo sin generar más problemas de los que pretende resolver. Lo que está claro es que el debate ya no es teórico. Australia ha movido ficha, y ahora Europa, y España en particular, tienen que decidir hasta dónde están dispuestas a llegar en la protección digital de los menores.
Temas:
- Redes sociales
Lo último en Tecnología
-
El HONOR Magic V5 acerca los móviles plegables al gran público esta Navidad
-
Es oficial: adiós a usar WhatsApp en estos móviles a partir del 1 de enero de 2026
-
Waze empieza a mostrar los semáforos en el mapa y prepara una mejora muy esperada por los conductores
-
Australia ya lo hace y España mira de reojo cómo prohibir las redes sociales a menores de 16 años
-
El mes que viene podrás hablar sin idiomas: la traducción en tiempo real en los AirPods llega a Europa
Últimas noticias
-
Los tribunales avalan la tala por el Ayuntamiento de Palma de 18 bellasombra en mal estado
-
Avance del capítulo de ‘Sueños de libertad’ de hoy: Marta se sincera como nunca con Carmen
-
Toda la verdad sobre Ylenia Padilla y Labrador: sale a la luz su situación actual
-
El sencillo truco para limpiar el cristal del horno en minutos y dejarlo como el primer día
-
Era uno de los oficios más típicos en las Navidades de la posguerra española: hoy sería imposible verlos por la calle