Recetas de cocina

Crema de mandarina y grosella

Las cremas nos encantan sin excepción alguna, pero cuando estas, además se convierten en un postre, entonces ya…

Hay que reconocer que el ser humano es goloso (en mayor o menor medida) por naturaleza, y que pese a las restricciones que, a menudo, nos auto-aplicamos, no podemos evitar caer en esta dulce tentación.

Hoy, para nuestro particular momento de «no conciencia», os proponemos una receta muy sencillita que une dos tipos de frutas que no solo nos gustan muchísimo, sino que también nos aportarán numerosos beneficios para nuestro organismo; las grosellas y las mandarinas.

De las primeras, hemos de deciros que pese al cierto parecido que guardan con los arándanos, no son lo mismo. Y es que, éstas son unas pequeñas bayas (que podemos encontrar de diversos colores, como el rojo, el verde, el amarillo o, negras como las que usaremos en esta receta) ricas en vitamina A, B1, B2, B5, B6, C, E y en minerales tales como el magnesio, el potasio, el calcio o el hierro entre otros.

Poseen una cierta acción diurética, son muy aconsejables en caso de padecer hipertensión, ayudan a prevenir ciertas enfermedades cardiovasculares, son buenas para la vista, tienen poder antiinflamatorio (que mejora determinados dolores producidos por el reuma o la artrosis), acción antibacteriana (muy útil en caso de infección), propiedades antioxidantes y, por si fuera poco, su consumo ayuda a reducir la aparición de las molestas migrañas. Beneficios muy interesantes ¿verdad?

En cuanto a las mandarinas, poco podemos deciros que no sepáis acerca de ellas, ya que son una de las frutas más conocidas y famosas por su riqueza en vitamina C y su alto contenido en antioxidantes.

Dos frutas que, juntas, han hecho de este postre una tentación de lo más apetecible.

¿Empezamos ya con esta crema de mandarina y grosella?

Ingredientes:

Elaboración:

Comenzaremos poniendo en una cacerola las grosellas (previamente lavadas), 75 g de azúcar y la mitad del zumo (reservando el resto para ir añadiéndolo en caso de ser necesario). Ponemos a fuego suave y dejamos que cueza durante unos 20-30 minutos o hasta que la fruta se ablande y suelte parte de su azúcar.

Mientras, echamos la leche, junto con la cáscara de mandarina, en un cazo y dejamos que se caliente a fuego medio-bajo. Recomendación: Antes de pelar la mandarina lavadla bien para que no queden impurezas ni restos y, cuando tengáis toda la cáscara, procurad quitar la mayor parte posible de esa segunda piel blanca que encontraremos adherida, ya que ésta amarga mucho y podría aportar un sabor muy fuerte al postre.

En un bol batiremos las yemas con 100 g de azúcar y la maicena. Consejo: Tened en cuenta que éste último ingrediente es un potente espesante, por lo que si veis que con la primera cucharada es suficiente, dejad la otra para que no se convierta en una masa imposible de trabajarla.

Batimos hasta que todo quede bien integrado y, cuando la leche esté caliente, retiramos la cáscara, y la vamos añadiendo de manera progresiva mientras continuamos removiendo.

Cuando obtengamos una crema uniforme, la echamos en un cazo y ponemos nuevamente a fuego bajo durante un par de minutos o hasta que empiece a hervir. Retiramos y dejamos que se atempere.

Con el almíbar de grosellas ya listo, lo trituramos y pasamos por el pasapuré hasta obtener una pasta uniforme. Reservamos.

Una vez se haya enfriado un poco nuestra crema, le agregamos la pasta de grosellas y mezclamos bien.

Vertemos en varios vasitos o copas y metemos en la nevera durante mínimo 5 horas.

Servimos bien frío.

¡y ya tendremos esta deliciosa crema de mandarina y grosella!