El sectarismo democrático de Sánchez
“Sánchez dilo, en Cuba hay dictadura” fue uno de los gritos coreados por los miles de demócratas que se manifestaron en Madrid este domingo para reclamar el fin del autoritarismo en la isla caribeña y afear la actitud del presidente del Gobierno, así como su falsario compromiso con la democracia y libertades.
El Gobierno sanchista y su armada mediática sólo se acuerdan de la democracia cuando les interesa. Son capaces de volver la vista atrás casi 100 años para adoctrinarnos de que su golpista Segunda República fue el verdadero modelo en el que todos debemos mirarnos. Ya la izquierda amordazó en 1931 a una población española indiferente siempre al transcurrir de los acontecimientos hasta que ve delante de sus narices que le roban la cartera.
Nos impusieron un régimen republicano y la ciudadanía española tragó. A partir de entonces se persiguió y asesinó a monárquicos, religiosos y a todos aquellos que no comulgaran con las ruedas de molino de socialistas, comunistas y secesionistas. De hecho, en los cinco años de república murieron más personas víctimas de la persecución política que en los años de actividad del terrorismo infame de la ETA. Pero, da igual, para el sanchismo es ese el modelo de democracia que hay que enseñar en las escuelas.
Algún día habría que desempolvar de las hemerotecas los artículos de la prensa internacional que hace casi un siglo tildaban de dictador a Manuel Azaña y a toda la horda socialcomunista que puso en pie de guerra a la población española.
Ahora que en Cuba hay un debate entre los que quieren democracia o entre los que quieren seguir castigando al pueblo con más autoritarismo, Pedro Sánchez ha perdido la enésima oportunidad de ponerse al lado de los primeros. España es después de EEUU el país con más exiliados cubanos, gente que ha huido de la persecución comunista, de que los encierren o asesinen.
Sin embargo, Sánchez no abrió la boca a su paso por EEUU en defensa de la democracia cubana porque todo lo que habita en él es simple postureo. Es como su pin de la Agenda 2030. Se la pone porque queda bien, pero a buen seguro es incapaz de pronunciar tres de los desafíos recogidos por la ONU.
El gobierno cubano es un régimen criminal del que se pueden aprender muchas lecciones para evitar que en otros países, como Perú, acabe ocurriendo lo mismo. Los crímenes del comunismo fueron puestos a la altura del nazismo hace poco más de un año por el Parlamento Europeo, pero a Sánchez y a toda su tropa, lo que más les sigue preocupando es Franco, 129 años después de su nacimiento.
Por ello es importante que la siniestra Ley de sectarismo histórico que pretende aprobar el gobierno socialcomunista encuentre un muro de contención en el Tribunal Constitucional. Por un lado, por la gran cantidad de derechos constitucionales pisoteados por la banda de Sánchez, pero, por otro lado, porque es imperdonable que un gobierno que se autoerige en paladín democrático se dedica a acosar a los medios de comunicación, censurar e insultar a periodistas, atacar a los jueces, perseguir a la oposición, utilizar los recursos públicos en su propio interés, tratar de amordazar a la ciudadanía y pisotear la Constitución.
Pedro Sánchez no pasará a la historia de España por sus logros, pues es claro y evidente que no hay ninguno. Ocupará las páginas más oscuras y siniestras por sus políticas guerracivilistas, su sectarismo, su petulancia, su fatuidad y, por supuesto, por haber retrocedido a España y haber cosechado los peores indicadores que miden la prosperidad de un país.
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