La reunión sólo sirvió para seguir purgando a Errejón
Íñigo Errejón haría bien en cambiar de partido. Sería lo mejor para la viabilidad de su carrera política. Visto lo visto, en Podemos su futuro se reduce a ser una sombra de sí mismo. El más moderado y socialdemócrata de los podemitas —aunque incapaz de condenar el chavismo que carcome Venezuela— fue el gran ausente de la reunión entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Errejón siempre ha defendido la necesidad de acercar posturas con el PSOE para conformar una alternativa «de izquierdas» con posibilidades de gobernar España. Sin embargo, a la hora de la reunión en el Congreso de los Diputados, lo que más ha destacado ha sido precisamente su ausencia. Así se las gasta su otrora amigo del alma Pablo Iglesias, que jamás le ha perdonado —ni le perdonará— que pusiera en solfa su liderazgo al frente de la formación morada.
En honor a la verdad, y a pesar de la purga continuada que sufre el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político, hubiera dado igual que estuviera o no, ya que la reunión no ha servido para absolutamente nada. Los secretarios generales de ambas formaciones sólo han decidido que no han decidido nada, fijos en sus posiciones iniciales. Así, Podemos sigue empeñado en ir en contra del interés general de los españoles al insistir en la celebración de un referéndum ilegal que sólo pretende romper la unidad de España. Además, y para estupor de cualquier ciudadano con un mínimo de congruencia, también han perseverado en la idea de una nueva moción de censura contra el Partido Popular a pesar del ridículo de la última. El PSOE, por su parte, no ha dicho ni «sí» ni «no» ni todo lo contrario. Sigue en esa indefinición ideológica que tanto puede condicionar el liderazgo de Pedro Sánchez así como los próximos resultados electorales.
Si Sánchez pedía el pasado viernes una reforma constitucional que «reconozca las aspiraciones nacionales de Cataluña», la portavoz parlamentaria Margarita Robles decía que sólo existe la soberanía de España pero que «hay que hacer algo» antes del 1 de octubre ante la supuesta parálisis del Ejecutivo. Palabras sin claridad ni posicionamiento que además suelen estar aliñadas con la idea peregrina de cada día. Este lunes le ha tocado el turno a José Luis Ábalos. Un hombre cabal la mayoría de las veces que, sin embargo, ha dicho que el PSOE vería «razonable» una quita de la deuda pública en Cataluña para frenar el separatismo catalán. Según ese planteamiento, los españoles tendrían que contribuir con su dinero para contentar a un grupúsculo de radicales que quieren romper España en dos. Ver para creer… A la vista de la acción conjunta de socialistas y podemitas, Mariano Rajoy tiene que dormir muy tranquilo. Sabedor de que la «alternativa de izquierdas» no está ni se le espera.
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