Los precios se aceleran respecto al indicador adelantado
Escribía yo en estas páginas hace apenas quince días que la aparente moderación de la inflación se debía a un espejismo, el espejismo de los precios. Sin embargo, ese espejismo no se queda ahí, sino que los datos definitivos del IPC de mayo muestran una aceleración respecto al dato adelantado.
Así, la inflación en mayo se sitúa en el 2% interanual, una décima más que la expresada en los datos del indicador adelantado, desaceleración interanual provocada por el efecto base, pues en intermensual no bajan, se quedan planos tanto el IPC general como la subyacente. Esta última, se sitúa en el 2,2% interanual (una décima más también que en el indicador adelantado), que cruza a la inflación general, de manera que al ser la inflación más estructural, al eliminar de ella los componentes más volátiles, muestra que todavía hay cierta resistencia a la baja en los precios. Ambas, además, crecen un 0,1% mensual, con lo que la inflación no baja, sino que sube, aunque se desacelere el crecimiento interanual (que, además, se acelera respecto al indicador adelantado).
Lo grave es que estos ritmos de crecimiento de inflación se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos. La acumulación del deterioro de dicho poder adquisitivo es intenso y los agentes económicos han ido gastando sus ahorros y ajustando su cesta de la compra. Es cierto que la rebaja de tipos puede dejarles algo de renta disponible si tienen financiación a tipo variable y se la revisan, pero esa mayor laxitud en tipos puede traducirse en un repunte mayor de la inflación, que es preocupante.
Todo ello, hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 21,67%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 19,51%.
Además, como decía hace quince días, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión), ha tensado los precios al alza durante mucho tiempo, con riesgo de rebrote inflacionista, que sería más intenso si sufrimos una guerra comercial intensa de contestación a los aranceles de Estados Unidos. Si ahora le unimos el recrudecimiento de la guerra entre Israel y Palestina, con las consecuencias que ello puede conllevar en dificultad de suministros y, por tanto, aumento de precios de dichos bienes y servicios y costes, que incrementaría también los precios de los productos finales, la presión puede ser mayor todavía. El BCE considera tener controlada la inflación y parece que ya no va a continuar con su bajada de tipos. Debe, además, estar muy vigilante por si se produce algún recalentamiento en la economía fruto de la rápida bajada de tipos y de que, realmente, no drenó apenas liquidez, sino que, simplemente, fue bajando el precio del dinero. Un recalentamiento sin una actuación rápida, podría meternos en una segunda ola inflacionista, con lo que conviene ser cauto.
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