Iglesias, la cara B del cónsul de Sodoma
Para poder soltar barbaridades sexuales hay que tener gracia y jamás dirigirlas hacia una persona concreta. Por eso, Mariló Montero hizo perfectamente bien en recurrir al Instituto de la Mujer cuando Pablo Iglesias le soltó la salvajada de que “la azotaría hasta que sangrase”, alegando la periodista que “ninguna mujer puede tolerar semejantes aberraciones”. Item más, el descerebrado pensó que sería atenuante y hasta divertido justificar su saña añadiendo sobre sí mismo: “esa es la cara B de un marxista perverso convertido en psicópata”. Y con cosas como éstas el supuesto macho alfa de las hienas aún sueña con presidir este país. Mira, chico, como andas rozando la esquizofrenia te propongo otra disociación para tu ego hediondo y disoluto: ¿por qué no te arrancas un brazo y te das una paliza? Igual, tras mucho fustigarte, recuperas la razón, porque andas fuera de tu acuerdo, que presentarse ante el rey con esa pinta de gañán con la que apareciste en palacio sólo se le ocurre a un gen de extracto, más que humilde, hortera. ¿Macho alfa, tú? Déjalo en un mindundi muy salido.
Dicen las encuestas que vuestro oligopolio de robaperas adictos al parné local y a los petrodólares de ultramar está en invariable caída libre, que los primigenios insensatos que creyeron en tu frágil don de líder y en esas utopías que sostuviste con necedades, han dejado de creer en ti debido a tus abusos y a los de tus palmeros. Las hembras de las Juventudes de Podemos ya no se cortan un pelo frente a las continuas agresiones sexuales que han de soportar y os sueltan este trabucazo: “¡Tratáis a las mujeres como putos trozos de carne a ver si metéis la polla!”. Como no metáis el rabo en cuarentena os lo van a cortar en rodajas. También cabe la castración simbólica, aunque lo más cívico sería que empezaseis a respetar de verdad a las mujeres.
Iglesias tiene un lío con sus mitos de mucho cuidado. Hay días en que piensa que es el retrato robot del Ché Guevara y ni en miniatura se le parecería. Otros días se las da de lírico erotómano y, no tocado por el verso, emula a inmensos poetas eróticos que desconoce como Ory, creador del Postismo y Gil de Biedma, genio de la Generación del 50. Dos endecasílabos de Carlos Edmundo le van de lujo al de la cara B, pues en su erudición sólo brilla la ignorancia: “Soy un rey desterrado en un retrete, soy un tigre sexual de orgasmos pobres”. Y Jaime puede legarle la repugnante película que se hizo sobre su vida y que se tituló “El cónsul de Sodoma”. Cuando se estrenó en 2010, Juan Marsé salió en defensa de su amigo muerto y le endilgó esta sarta de justos adjetivos al biopic citado: “Grotesco, ridículo, falso, inverosímil, sucio, pedante, fallero, incompetente, desinformado y sin escrúpulos”. De cada uno de ellos me apropio, con el permiso de Marsé, a quien agradezco la aportación, para hacer el retrato de la cara B de El cónsul de Sodoma actual: Pablo hiena Iglesias.
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