Cuando Netflix se chotea de los vuelos (gallináceos)

La película de descojone mayúsculo que recoge la pretensión secesionista catalana de obligar a las grandes plataformas (Netflix, HBO, Amazon, etc….) de doblar al catalán sus series está dando la vuelta al orbe. En Hollywood no saben si hacer una producción sobre el cabreo del campeón de la chulesca idiotez parlamentaria o si por el contrario reírse a mandíbula batiente a cuenta del ex defraudador de la Seguridad Social española.

Vengo sosteniendo que el independentismo que nos divierta, tan español y racial, es la caspa que alumbra lo más conservador y cavernícola de cuanto se produce por estos lares. No han evolucionado nada desde los tiempos de aquellos generales carlistas que hicieron guerras con boina roja en sus propias cocinas.

Rufián, el doctor por Harvard, el hombre que dejó grandes despachos profesionales por una colocación a dedo de Junqueras, se pone muy serio cada vez que reúne a las mesnadas mediáticas que le bailan el agua, para anunciar todo tipo de males si el poder sanchista no da respuesta a sus demandas. Ahora que las plataformas digitales hagan honor a la lengua de Wifredo el Velloso. Oye, Rufián, que esto es otra cosa, buen hombre. Que el mundo del siglo XXI se rige por parámetros distintos a los que existían en el medievo…

Y todo así. Mientras siguen chapoteando en la irrealidad de una Cataluña para cuatro (y dos de ellos corruptos), el mundo evoluciona a marchas forzadas. Rufián y sus cuates sin enterarse. Hay que convenir a tal respecto que la muchachada que dirige Otegi les está meando la oreja a pasos agigantados.

Nadie pone en cuestión que el catalán, el gallego, el vascuence existan. Nadie. En sus respectivos predios y sin imposición. Mucho menos van a imponer sus idiomas (o dialectos) a Hollywood. Tendrían que oír (ellos, esos de los vuelos de corral) las cosas que dicen a tal respecto las mejores y más modernas ministras del Gobierno…. Incluso, Pedro Sánchez, el egipcio.